Te quiero como nunca llegué a quererte
Hubo una vez una época segura en la que paseamos y disfrutamos de charlas sin desenlace. Incluso descubrí gracias a ti un restaurante encantador donde cenamos la única vez que cenamos juntas. Allí nuestra historia nació. Una historia que empezó pero nunca se escribió. Ni se recitó. Porque yo soy escritora y tú poeta, por ese orden. Al menos hasta ahora. Hasta que llegó la música de piano…
Al final comprendí, demasiado tarde, que hacernos daño era mejor que no hacernos nada. Sé que tú estabas de paso. Pero tus pasos eran tan bonitos… Y todavía hoy, años después, me pregunto si encontraré alguna vez una mirada que tenga la vista tan linda como la tuya.
Ya no distingo qué es felicidad y qué eres tú. Cualquier mujer que pase por mi lado, por mi cama o por mi vida, la acabaré comparando contigo, y siempre perderá. No eres tú, soy yo; nunca llegué a olvidarte del todo. Lo único que me queda en el tintero, para decirte por escrito, es que te sigo queriendo como nunca llegué a quererte.
No existe un final para nuestra historia. Por eso continúo escribiéndote. No se puede cerrar una historia que nunca comenzó.
© Sara Levesque 2020.
Gracias a Tierra Trivium por abrazar mis letras.