Esta semana tenemos el honor de contar con la presencia de nuestra querida Rosario Curiel por segunda vez en la Buhardilla de Tierra Trivium. Rosario es autora de varias novelas entre las que me gustaría destacar La Pasión de Karina Krunz, que tuvimos el honor de publicar, El Secreto de mi Nombre (Finalista en 1996 del Premio de Novela Fernando Lara) o Memorias de la Salamadra (Finalista en 2006 del Premio Nadal), además de guionista del corto Agapornis y muchas más cosas que podéis leer en su web: RosarioCuriel.com Además la podéis encontrar en redes sociales, Twitter @Rosario_Curiel, Facebook Rosario Curiel e Instagram @rosariocuriel
Ignacio J. Dufour García: Bienvenida de nuevo Rosario a nuestra humilde buhardilla. El pasado mes de octubre participaste de forma virtual en la Feria Internacional del libro Ciudad de Nueva York, ¿Te habías llegado a imaginar alguna vez que te invitasen a participar en esta feria?
Rosario Curiel: Pues no, la verdad es que nunca llegué a imaginarme que me invitasen a participar en esta feria. Ha sido toda una sorpresa y un gran honor.
IJDG: ¿Que ha significado para ti?
RC: Pues ha significado, por un lado, un reconocimiento, eso está claro; pero por otro también ha significado la apertura de mente hacia la obra de los otros escritores y escritoras invitados. Y me ha ayudado a entender más algo que en parte es obvio pero que nunca se conoce lo suficiente: ¿qué tipo de imaginario construye la literatura que se escribe al otro lado del océano? La mayor parte de los escritores invitados eran latinoamericanos o norteamericanos que escriben en español por su origen latinoamericano (solo éramos dos autores pertenecientes a la España peninsular). En este aspecto, esta experiencia ha significado también el poder entrar en contacto con personas muy interesantes del panorama literario de Estados Unidos.
IJDG: Conociendo como eres una amante de las distopias, de las que has escrito algunas como Subway Placebo, ¿Te imaginabas llegar a vivir una situación como la actual?
RC: En principio no, pero tengo una vena visionaria y catastrofista que hace que pueda anticipar algunos contextos como el que vivimos. Digamos que no me sorprendió la situación desde que empecé a leer las primeras noticias acerca de cómo se estaba expandiendo la epidemia de coronavirus en China. Añadiré que, antes de que se pensara en declarar el estado de alarma, notaba la tensión en el ambiente: el subtexto de la mayoría de las noticias me hablaba de ello. Incluso la rapidez con la que se llenaban los trenes me hacía percibir que podía pasar. De todas formas, la realidad siempre supera a la ficción. Escribiendo historias, a menudo me imagino una realidad no deseable porque la lectura de algunas noticias que me llaman la atención me lleva a ello. Pero vaya, no creo que nadie imaginara en la vida real una situación como la que estamos viviendo. Y si alguien la hubiera imaginado y la hubiera escrito en una novela, se le habría dicho que eso era ciencia ficción catastrofista.
IJDG: Volviendo a tu carrera literaria te has movido por todos los genéros como pez en el agua, desde la distopía de Subway Placebo, hasta la opera Atzar pasando por la mezcla de la musica y la narrativa en La Pasión según Karina Krunz, o el terror con el relato Galletas o el guión de Agapornis. ¿Cómo se te ocurren las ideas de historias tan dispares?
RC: Las ideas se me ocurren porque escribo cada día: eso me predispone a estar leyendo la realidad, por decirlo de alguna manera, pero también genera un estado de introspección y exploración que ayuda a estar con la antena creativa conectada en todo momento y orientada hacia cualquier campo posible. Leer todo tipo de textos (los diarios que se publican cada día, ensayos, poesía, obras de ficción…), ver películas, escuchar música… observar la actividad en redes sociales… Todo contribuye a crear un caldo de cultivo que nace de percibir la realidad tangible y la intangible. El ejercicio diario de la escritura ayuda a que salgan a la superficie de la conciencia. Lo anoto todo siempre, creo un compost a base de reflexiones, y, entre un montón de basura, entre un montón de ideas aparentemente inservibles, de repente brilla una con especial fuerza. Así nacen mis proyectos. Da igual el género y el tipo de discurso. Lo que importa (lo que me importa) es encontrar esa «verdad» que pugna siempre por salir. Podríamos hablar del ejercicio de la escritura como un entrenamiento, como una meditación, que predispone los músculos mentales para crear mundos diversos.
IJDG: Recuerdo que en las entrevistas de Subway Placebo hablabas de que te habías tenido que documentar sobre videojuegos, en La Pasión según Karina Krunz la documentación había sido más enfocada al ámbito musical, ¿cuanto tiempo le sueles dedicar a la documentación cuando escribes una novela?
RC: No tengo un tiempo preestablecido. La etapa de documentación dura hasta que o bien me agoto o bien se agotan las fuentes de información. El límite llega cuando veo que mi mente ya es incapaz de manejar más datos sin confundirse o sin volver confusa la trayectoria del texto, cuando empiezo a no ver una estructura que me ayude a trazar las ideas de manera coherente. De todas formas, y por cuantificar el proceso, puedo decir que la etapa de documentación dura uno o dos años como mínimo. Normalmente sucede que me interesa un tema y me encuentro escribiendo la novela en mitad del camino, o surge una idea y tengo que investigar para tirar del hilo y darle forma literaria. Es un proceso que me divierte muchísimo: me gusta aprender todo tipo de cosas, me gusta investigar. Supongo que soy curiosa por naturaleza. De todas formas, el tiempo de documentación varía según la criatura literaria que se esté gestando en cada caso.
IJDG: Tu lema es «Escrivivir», ¿qué quieres transmitir con este neologismo?
RC: Escrivivir nace de la unión entre «escribir» y «vivir». Habla de la necesidad de la escritura como gesto cotidiano, de la escritura como sistema de vida. Se refiere más al proceso que a los resultados. De hecho, para mí es un sistema de vida. Necesito escribir (escrivivir) cada día. Lo contrario me pondría enferma. Siempre hay miles de palabras que necesitan salir a flote, miles de espejos de ideas que me resuenan (y me «resueñan») por dentro. Es, también, la idea de que escribir es un entrenamiento, un aprendizaje continuo: igual que los deportistas entrenan cada día, quien escribe escribe cada día. El cerebro no es un músculo, pero funciona como un músculo: cuanto más lo utilizas, mejor te responde. Cuanto más te entrenas, más escrivives, más fácil te resulta plasmar en la página lo que quieres expresar. Mi lema, en este sentido, es 10% de inspiración y 90% de transpiración. De la misma manera, si convertimos la escritura en un hábito, si escrivivimos, no solo no nos cuesta «ponernos a» escribir (yo nunca me «pongo a» escribir), sino que las ideas nos pillan escribiendo. Por este camino, además, como nos ponemos en contacto con nuestro interior y lo conectamos con el exterior, escrivivir acaba siendo un sistema de meditación, análisis y mejora de nuestra persona y de nuestras relaciones con los demás en este mundo. Y mientras escrivivimos, creamos nuevos mundos.
IJDG: En tus relatos tienes tendencia a crear nuevas palabras o nuevos conceptos como hiciste en tu maravillosa participación en El Relato Caleidóscopico que hemos estado publicando, ¿te cuesta mucho inventarlos?
RC: La verdad es que no. El juego del lenguaje siempre me ha atraído, siempre me ha resultado divertido. A veces nace por enamoramientos lingüísticos (a menudo por semejanza sonora) y a veces de unir conceptos que están aparentemente alejados. Pero no siempre es así: a menudo esas palabras me vienen «dadas», aparecen de no se sabe dónde. Se me aparecen, por decirlo de algún modo. No creo que haya nada «mágico» en ello: son, más bien, surgimientos inconscientes de búsquedas conscientes, manifestaciones crea©tivas del trance de escritura.
IJDG: Y no puedo dejar de mencionar en esta entrevista, que nos encontramos ante la finalista de los premios Fernando Lara en 1996 y Nadal en 2006, entre otros premios que has recibido a lo largo de tu trayectoria literaria. ¿qué se siente al recibir dichos galardones?
RC: En un primer momento crees que se han equivocado, jaja. Supongo que todos sufrimos de alguna manera el síndrome del impostor. Luego lo asumes y te quedas alucinada porque eso te está pasando a ti. Y lo ves como de lejos, aunque también disfrutas de la situación, te sientes feliz por el reconocimiento. Al día siguiente vuelves a sentarte a tu mesa de trabajo y sigues escriviviendo. En ambos casos, quedar finalista me ha abierto puertas: me han propuesto publicar, me han hecho entrevistas fantásticas o me han puesto en contacto con gente maravillosa. Pero es algo efímero siempre. En el día a día eres la misma que se levanta con ojeras, la misma que quiere saber cada vez más, que quiere leer y escribir siempre. En realidad, amo más el proceso de escribir en sí mismo que los reconocimientos, aunque a nadie le amarga un dulce, claro.
IJDG: Para ir terminando nos puedes adelantar algo de lo que estás escribiendo ahora mismo, que ya te conocemos lo suficiente como para saber que siempre estás metida en algún proyecto.
RC: Me conocéis bien, sí, jaja. Ahora mismo estoy escribiendo una novela sobre cómo las emociones pueden hacer que nos perdamos y nos encontremos también. Será, nuevamente, en clave distópica. Hace nada acabé otra novela que ahora está viendo mundo. Sigo escriviviendo.
IJDG: Ha sido un placer compartir este rato hablando de esa parte de la literatura que habitualmente suele quedar oculta. Encantados de acompañarte en este viaje a las tripas de tu proceso creativo y con ganas de seguir escriviviendo por muchos años más.
RC: Muchas gracias por proponerme esta entrevista y por vuestra consideración. Ha sido un placer y un honor volver a este espacio. Seguiremos en contacto a través de las letras, que son las armas de construcción masiva de nuestras almas.
Al día siguiente de realizar esta entrevista ha anunciado en redes sociales la publicación de su próxima novela con la editorial Appelhead, por lo que ya tenemos excusa para una nueva visita con la que disfrutar y escrivivir junto a Rosario Curiel.
Y en breve, pandemia mediante, volveremos con nuevas entrevistas, que en estos tiempos extraños los plazos hace tiempo que dejaron de ser importantes.