Un miércoles más tenemos aquí a Rosa García-Gasco con un nuevo poema de la experiencia de enseñar de hacer a cada uno de nosotros Más feliz, más alta, más lejana.
Más feliz, más alta, más lejana
(Para P., E., B, C., P. y A.)
No esperes que me rinda nunca. Pienso llevarte de la mano donde puedas abrir los ojos con sorpresa nueva y absorbas el milagro de los días. Donde tu risa alivie el desencanto, las prosas en exceso, el ser adulto, el comportarse como algún dios manda, la cara monocroma del invierno. Pienso guiarte con mis pasos donde se nos olvide que otros se lo pierden -empeñados en los rostros serios y en las alarmas puntuales-; digo el asombro, la alegría, el loco placer de andar ganando las batallas, de superar un reto y algún otro.
Y sólo cuando vueles sola, voy a soltarte. Remontarás entonces, más lejos, más feliz, y menos -perdóname, es que a veces es preferible la ignorancia-, pero más alta, desde donde puedas mirar el gran engaño, el circo terrorífico del miedo, al tiempo que te ríes de la prisa, saludas a la muerte y aprietas los nudillos del olvido.
Por Rosa García-Gasco