Esta semana Rosa García Gasco nos trae un nuevo poema visto en perspectiva con cierta relación con la historia de nuestro bardo de la semana pasada, disfrutarlo.
En perspectiva
Antes no me gustaba la cerveza
(los sabores amargos los rechaza
quien no conoce ciertas amarguras),
ni el chocolate negro, ni mis ojos
de este color insulso
que no es ni el del carbón ni el de la noche.
Odiaba el pan, el vodka y mi melena
capaz de retorcerse en espirales,
indómitas raíces desplegadas
para atarme a las nubes.
Antes (de niña) odiaba el café helado,
la sacarina, el té y el turrón duro,
la calle quieta que se cierne al alba,
el silencio encogido. Mis caderas,
demasiado redondas, según dicen,
para los escenarios,
la nariz recta que aspiraba a todo
y la boca entreabierta en el ensueño.
Quise quemarlo todo en una hoguera,
por deshacerme de mí misma. Y lo que obtuve
fueron cenizas, barro, arcilla fresca
con la que modelarme,
con la memoria viva y ese viento
que me peina las canas y la risa
conservada en los hoyuelos que no amaba.
Miro poco hacia atrás a estas alturas.
Y las veces que miro
beso siempre la frente de la niña.
Nos guiñamos un ojo.
“Nos veremos”, decimos. Reconoce
su efigie en perspectiva.
Por Rosa García Gasco