Esta semana Rosa García-Gasco nos trae un viaje a lo desconocido. ¿Os atrevéis a acompañarla en su Catábasis?
Catábasis
Ibant obscuri sola sub nocte…
(Virgilio, Eneida VI, 268)
Se ha abierto una hendidura en la vigilia y tú la sigues, no te importa dónde conduzca o qué escenarios atraviese ni cuáles monstruos salgan a tu encuentro. No penetraste solo al otro lado: una sibila oscura te guiaba, no fuera que extraviaras tus talones prendido en las arenas movedizas. Sacudirás sin más la rama mágica y al punto te rodean con sus notas sonámbulas en coro disonante las heroínas, los soldados muertos, suicidas insepultos, Anticleas escurridizas, esforzados Áyax, espectros demudados.
Todos irán cantándote al oído mientras te marchas a buscar la puerta y quieres escapar, pero no puedes. Abrazan tus rodillas y te lamen las yemas de los dedos. Tal vez gritas, tal vez no te oye nadie. Pero un rostro que habías olvidado te susurra: “Vedado está el sendero a la de cuerno, te salvará la puerta marfileña”. La voz de tu sibila ahuyenta sombras.
Mas cuando has vuelto de ese mundo opaco, la línea del paisaje, los caminos, los puentes y las casas a dos aguas, texturas cotidianas de tu tiempo, se tornan desvaídas, deshilachadas, irreales, ciegas.
Tú mismo has retornado hecho una sombra y tu sibila no es más que una estatua de hielo seco y sal. Su voz ya no la temen los espectros que cargas en los hombros.
Por Rosa García-Gasco