Recuerdo cuando recitabas poesía
Recuerdo cuando recitabas poesía. La propia y la ajena. La leías con cierta entonación. Lenta, acentuada. A mí, que nunca había escuchado un poema en voz alta, me pareció algo ridícula. Luego, la ridícula fui yo, con mi monótona forma de hablar de cada día.
Ahora, años después, sólo puedo sentir de verdad un poema si le añado el eco de tu voz. Eco que empezó aquella noche entre los diablos azules del bar. Junto a una cerveza, me enseñaste un mundo nuevo, repleto de estrofas y versos cantados. Allí descubrí los más especiales: los tuyos.
Escribir sin pelos en la lengua me lo enseñaste también, cuando a mí me temblaban las palabras en la boca.
Y cuando llueve, no me importa que las gotas me picoteen o termine calada. Porque para mi cuerpo es como si le recitaras una poesía más o menos extensa, depende de la cantidad de agua. Rimas nada frías ni aburridas. Solo estrofas y versos cantados.
© Sara Levesque 2020
Gracias a Tierra Trivium por abrazar mis letras.