Póker de ti
Y de vez en cuando te observaba a hurtadillas mientras me entretenía jugando al póker, bailando un ojo en las cartas y otro en tu escote. El palo de mi última baza lo logré sumando mi corazón bañado por la suerte de un trébol de cuatro hojas, junto al tuyo más valioso que cualquier diamante tras tu sonrisa de dama pícara. Me lo jugué con vistazos en tu dirección, plantándole cara a los palos entre vasos de absenta y alguno de ron.
Un póker de tantas cartas como letras tiene tu nombre abreviado, como puntos cardinales indican la dirección del cielo coloreado, como besos para ti guardo camuflados, como suspiros que espiro cuando tus cariños me resoplan agobiados.
Y a todo ese ambiente le faltaba Sabina tarareando al fondo del bar, raspando oídos con su voz irregular. Invitándonos a desparramar las cartas por la mesa y luego la ropa sin importar lo que nos tuviéramos que apostar.
Me encanta jugar con los corazones de las cartas pero no con el tuyo, que vale por dos cuatro. Uno por cada punto cardinal señalado por sus latidos innatos. Un pulso al que acudo de inmediato, aunque en el camino se me desgasten los zapatos.
Si tuviera que apostar algo, apostaría por ti. Porque no existe miedo que me asuste, obligándome a huir, por comprometerme con la Vida y con lo que tu Corazón me quiera latir.
© Sara Levesque
Gracias a Tierra Trivium por abrazar mis letras.