Esta semana Alberto Morate nos trae un poema dedicado a todas las mujeres, para hacernos reflexionar como sociedad.
A todas las mujeres
A todas las mujeres
que por la noche van a oscuras
y oyen el silencio de corazones acelerados.
Aquellas sin edad
y con pasado denostado.
Las que han roto más de un plato
y en el espejo se descubren cada día
cicatrices de lágrimas que caen despacio.
Las que no se hunden en el mar de un portazo,
y quieren y sienten,
y se acercan aunque llueva,
y pretenden que el aire libre no solo sea el respirado.
Las que nacen sin lengua
y el viento las ayuda a gritar alto.
A las mujeres de brazos enormes
que aman, que recuerdan, que musitan entre labios.
Las que dicen aquí estoy,
te estaba esperando.
Mujeres árbol
que dan sombra y paz
y arraigo.
Que no disimulan el llanto.
Que son capaces de besar
con la misma efusión que dicen ¡basta!
Y las que esperan, desgraciadamente, el zarpazo.
Calvario de caminos desandados,
canciones que son rezos,
la sangre en moratones de los costados.
A las mujeres que dan su pan,
que dejaron su juventud en un armario cerrado.
A las mujeres que son capaces de mostrarse desnudas
en el frío de la memoria
y mostrar pasión, fuego, tormenta.
Que defienden su identidad,
su tiempo, su casa.
Que escriben con desamor una página en blanco.
Mujeres madres,
volcanes, flores, aire, espuma, roca,…
Todo cabe en ellas
y siempre tienen un beso en los labios.
A todas las mujeres
prisioneras de un corazón equivocado.
Capaces de elevarse
entre enfermedades y sobresaltos.
Las que hablan claro,
que no callan, aunque su nombre sea ¡ay!
y vuelven a intentarlo.
Siguen pasando los años
y seguimos hundiendo las manos en la niebla del maltrato,
en el horror indemne de un energúmeno desgraciado.
Salgamos juntos de las manos
a defendernos no, a hacer frente a frente,
cuerpo a cuerpo, lo que quieren arrebatarnos,
la libertad de sentimientos,
la necesidad de amarnos.
Maravillosa mujer viva
no te resignes,
no te quedes esperando,
serás la vibrante respuesta luminosa
de un relámpago.
Que tu voz, tu cuerpo, tu sonrisa,
suenen y resuenen
por encima de los sueños
que estás esperando.
Por Alberto Morate