Los cuentos del bardo: Sonata para barreño y gotera

Esta semana en la que hay lluvias en algunas zonas nuestro querido bardo nos trae una historia de esos días lluviosos y que a más de uno nos resulta familiar, eso sí con su toque especial. Así deseando que disfrutéis de esta Sonata para barreno y gotera a través de la pantalla os dejo con Josep Salvia Vidal.

Imagen nocturna de una calle lluviosa con una acera llena de charcos y varias farolas encendidas.

SONATA PARA BARREÑO Y GOTERA

Llueve. La lluvia cae cantarina, divertida, primaveral, casi festiva. El agua empapa los tejados y las aceras, la ciudad entera se convierte en una enorme esponja de hormigón y asfalto. Protegido por el cristal de la ventana, observo cómo se moja la calle desértica a esa hora de la tarde.

Intento escribir pero no lo consigo. No me concentro y contemplo la dispersión de todas las ideas en una diáspora mental completa. El ruido me distrae. Las gotas que pican contra la ventana provocan una música de castañuelas. Imagino entonces a una hermosa zíngara bailando bajo el temporal. Se moja. Se empapa ella también. Sus largas pestañas se perlan por las gotas que quedan alojadas en sus puntas. Como lágrimas preciosas. Como pétalos líquidos de las flores que son sus ojos. Su cuerpo se contonea dibujando arabescos al compás de la canción que canta la lluvia.

Un nuevo ruido mucho más cercano me extrae del ensimismamiento. Es un ruido seco, constante, que suena a mi lado. Miro y veo una gotera que se precipita desde el techo para estrellarse casi en el medio del estudio, al lado derecho de la mesa. ¿De dónde sale si vivo en el segundo y hay tres pisos más encima de mi casa? ¿De dónde sale si es un edificio de nueva construcción y el piso de arriba está aún sin habitar? Tal vez son las gotas que caen desde las pestañas de la zíngara.

El agua forma una alberca diminuta en el suelo. Antes de que se desborde o crezca más y se convierta en un océano ingobernable, elimino el pequeño charco con la fregona y pongo un barreño que cojo del cuarto de baño. Ahora el ruido es peor. La catarata es una murga constante, pues las gotas caen con la precisión milimétrica del segundero de un reloj. Sesenta gotas son un minuto. El agua crea un estanque dentro del recipiente de plástico y por un momento me parece ver a un náufrago buscando la orilla de ese mar. Ese náufrago tal vez sea yo mismo. Se me ocurre que quizá podría poner peces en él y transformarlo en un acuario para tener algo de compañía.

Finalmente desisto de escribir. No hay manera. Es imposible. Apago el ordenador y cierro el cuaderno donde tomo las notas, pero no tengo un sentimiento de derrota. No es un fracaso, solo un aplazamiento. Escribiré cuando escampen las nubes y termine el mal tiempo. Escribiré la historia de la hermosa zíngara que baila bajo la lluvia. Mientras tanto, compongo una sonata para barreño y gotera.


Por Josep Salvia Vidal

Un comentario en «Los cuentos del bardo: Sonata para barreño y gotera»

sonsolesmarope

¡Qué divertida, esta sonata cancionera!

14 mayo, 2021 a las 9:31 pm

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