Los cuentos del bardo: Delirio

por | miércoles, 1 abril, 2020 | Los cuentos del bardo, Noticias, OCULTO

Caricatura con ojos y boca de un telefono de disco sonando

Esta semana nuestro bardo nos trae un relato para soportar la cuarentena y no caer en el delirio, o quizás sea mejor dejarnos llevar a esta realidad paralela.

DELIRIO

Esta mañana he tenido una avería en casa. Resulta que se ha roto el desagüe del fregadero de la cocina que ha terminado convertida en una marisma, como si aquello fuese la desembocadura del Guadiana en Ayamonte. Así que después de recoger y fregar todo el encharcamiento, he cogido las páginas amarillas para buscar el teléfono de una empresa de fontanería. He llamado al número indicado, pero no me ha respondido ningún fontanero sino un médico, el Dr. Gutiérrez para ser exactos. Me he disculpado, he dicho que me había equivocado y he colgado al mismo tiempo que me invadía la vergüenza por completo. ¿Cómo he podido equivocarme? Es fácil tomar un dígito por otro, pulsar una tecla en lugar de otra. He llamado dos veces más al teléfono que venía en la guía y el resultado ha sido siempre igual. Consulta del Dr. Gutiérrez, ¿dígame?

Convencido como estaba que había un cruce de líneas he hecho otra prueba y he llamado a mi madre. Y a pesar de que he marcado su número (de eso estoy completamente seguro) no me ha contestado ella, sino una mujer a la que no conozco de nada. Sagrario ha dicho que era su nombre. Después de hablar un rato con ella, por educación más que nada porque tenía ganas de hablar la mujer a pesar de haberme equivocado, he colgado un poco preocupado.

¿Qué estaba pasando? ¿Era realmente un cruce de líneas? ¿Era culpa de mi teléfono que se había averiado? ¿Me estaba volviendo loco? No me atrevía a hacer más pruebas por si salían mal también y todo desembocaba en errores que me hicieran perder el equilibrio, siempre inestable de la cordura, y me dejaran estancando en el delirio. Y, sin embargo, no he podido resistirme y he vuelto a llamar tanto al fontanero como a mi madre. Ha sido un desastre, una mala idea, algo nefasto. Y al final ha ocurrido lo que yo tanto temía. El delirio se ha apoderado de mí sin piedad ninguna.

A primera hora de la tarde, como no ha habido manera de contactar por teléfono con las personas adecuadas, ha sido el mismo Dr. Gutiérrez quien ha venido con su caja de herramientas a repararme el desagüe roto. Y cuando se ha marchado de mi casa, después de pagarle los honorarios correspondientes por una visita a domicilio, he llamado a Sagrario para decirle que el próximo domingo iré a su casa a comer.


Por Josep Salvia Vidal

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