La Buhardilla de Tierra Trivium: El Mago Malviste

por | sábado, 18 julio, 2020 | La Buhardilla de Tierra Trivium, Noticias, OCULTO

Esta semana os traigo un cuento que escribí hace tiempo, inspirado por el nombre del personaje de otra historia y al que me gustaba darle una nueva vida, no se si el estará de acuerdo, pero creo que os gustarán las desventuras de El Mago Malviste.

El Mago Malviste

El Mago Malviste nació en la región de Hatld a las 13:13:13 del treceavo día del treceavo mes1 del 1313 de la fundación de la capital de la región. Ese día casualmente para unos era viernes y para otros era martes. Aunque en el caso de un mago nada es casualidad y menos con el que nos ocupa. Además Malviste era el treceavo hermano.

Los primeros años de su vida fueron los de un niño normal, delgaducho, enclenque, raramente poco dado a las enfermedades, moreno de ojos grises y con un cierto tono cetrino en su piel. Pero se daba la casualidad, como decíamos antes este es un concepto extraño para un mago, de que siempre estaba cerca de donde sucedía una catástrofe. Al cabo de unos meses sembrando el caos a su alrededor la gente empezó a tildarle de gafe, lo raro es que hubiesen tardado tanto tiempo en darse cuenta. Por lo que se fue encerrando en si mismo aislándose de la sociedad.

A los trece años, después de que en el día de su cumpleaños medio pueblo ardiese y el otro medio fuese inundado por parte de una extraña tormenta, sus padres decidieron enviarlo a la capital a casa de un familiar con la idea de que este lo llevase a un brujo para intentar quitarle el gafe. Lo montaron en uno de los carros de la caravana que le llevaría a la capital con un hatillo de ropas, unas pocas monedas para pagar los gastos del viaje y una carta para su familiar. Para llegar a la capital desde la aldea de Malviste se empleaba cerca de un mes. Salieron a comienzos de la primavera ya que no se podía viajar antes a la capital, pese a las ganas que todos tenían. En el treceavo día de viaje empezaron los sucesos extraños. De repente se ponía llover a cantaros, en una tierra que era casi desértica, o caía una granizada de tamaño de sandias que al llegar al suelo rebotaban durante unos segundos. Todo ello bajo un sol radiante en el cielo y sin ninguna nube a la vista. Esta situación incomodaba a los integrantes de la caravana, que lo asociaban a las historias que circulaban sobre el pequeño Malviste. Por miedo a sufrir algún percance grave decidieron que en el primer pueblo en el que parasen abandonarle. Así hicieron cuando entró en una posada a comprar un tentempié.

Mientras tanto su pueblo que estaba en la ruina absoluta, había vuelto a ser uno de los más prósperos de la región como lo era antes de que Malviste naciese y en solo una semana.

Pero no iba a ser un camino de rosas el viaje de la caravana sin Malviste. Al poco de abandonar el pueblo un enorme alud estuvo a punto de alcanzarles. Al finalizar comprobaron aliviados que todos los miembros de la caravana estaban bien, lo que no se podía decir del camino que acababan de dejar atrás. Había desaparecido por completo. Emprendieron camino felices y sin ningún percance reseñable hasta alcanzar la capital, donde al familiar de Malviste no le preocupó lo más mínimo que este se hubiese perdido por el camino. Llevaba con sudores fríos desde que recibió la carta de los padres de Malviste anunciando su llegada y conminándole a buscar al mejor hechicero de la ciudad para que lo curase.

Volviendo con Malviste, que nos lo habíamos dejado en la posada comprando un tentempié. Cuando terminó su transacción y fue a buscar la caravana, descubrió con asombro que había partido. Se cabreó ligeramente. A los dos o tres segundos se escuchó un gran estruendo y la gente empezó a decir que una avalancha había destruido el camino que conducía a la ciudad. Malviste se dio cuenta, en ese instante, de que tenía la capacidad de interactuar con la naturaleza ya que había maldecido en su interior a los componentes de la caravana pensando en que una avalancha de barro y piedras los sepultase. Se escabulló lo mejor que pudo del pueblo. Quien se puede imaginar que un crio enclenque con pinta de enfermizo vestido con una sayón gris y con un hatillo al hombro pueda ser el causante de una avalancha con solo pensarlo. Al salir del pueblo se dejo guiar por su instinto que no estaba muy desarrollado ya que deseaba seguir camino hasta la capital y se fue en la dirección opuesta.

Después de varios días de atravesar peligrosos bosques impenetrables donde las fieras huían despavoridas al notar su presencia, cruzar ríos en los que hasta las aguas huían de Malviste, llegó a una cueva en mitad de la montaña que le pareció adecuada para pasar la noche. Su habitante un enorme oso de las nieves de tres metros de alto tuvo que resignarse a dormir al raso ya que era aún más peligroso cuando soñaba, se sucedían lluvias de todo tipo de elementos, piedras que levitaban, visitas de seres de otras dimensiones de no muy buen humor después de haber sido transferidos de dimensión por el agujero de una aguja, y todo tipo de explosiones e implosiones.

A la mañana siguiente cuando se cumplían trece días que había dejado la caravana y veinte seis días desde que había salido de su prospero pueblo se despertó muy relajado. Al salir de la cueva junto a los restos de algo que parecía una enorme ballena ensartada en un pino centenario se encontró con un hombre muy viejo de larga barba blanca que se apoyaba en un báculo que le doblaba en altura. Lo cual no era muy difícil ya que no sobrepasaba el metro diez.

—Bienvenido Malviste a la tierra de los magos desterrados. Soy el Mago Barbablanca— dijo el hombre con tono solemne gesticulando muy lentamente, quizás demasiado para Malviste, aunque en ese momento su cerebro no estaba para fijarse en esas cosas sino para preguntarse quien era ese individuo y como conocía su nombre, pero solo para sí. Ya que Malviste puso cara de no se sabe que, casi como si intentase desmaterializar una mota de polvo a un par de metros de su nariz y no emitió ningún sonido.

—Sígueme, el poblado está un poco más arriba. Esta noche a sido especialmente convulsa con la lluvia de cetáceos, pero no es raro que lluevan vacas o elefantes. El problema es si te pillan debajo, como al pobre Mago Astilla, que debió pasar un año en cama y ya no es el que era.— Iba hablando Barbablanca a Malviste o eso creía ya que este seguía en su mundo.

Llegaron a un grupo de cuatro o cinco cabañas, en no muy buen estado algunas en un estado de ruina tan avanzado que te hacía dudar seriamente si alguien viviría en su interior, y realmente no vivía uno sino media docena de magos.

Trece años después ya era capaz de controlar todo su potencial mágico y los principales hechizos así como la transmutación de metales y la bilocación. Los sucesos extraños ya solo se producían muy de vez en cuando, principalmente cuando estaba cabreado y cuando era su cumpleaños. Por ello el 13 del 13 terminó convirtiéndose en un día en el que ningún mago salia de la casa de Malviste ya que era la única que estaba a salvo de los sucesos y las lluvias de objetos. Celebrándose una fiesta que empezaba el día anterior y continuaba hasta el posterior, no fuese que se adelantase o retrasase alguna de las tormentas y apariciones que amenizaban el 13 del 13.

En su trigésimo noveno cumpleaños tuvo una visión que le inducía a dejar a los magos desterrados e ir a la costa para defender a Yur-Tassen de una entidad que intentaba apoderarse de estas tierras. Se lo comunicó a Barbablanca y al resto de magos. Todos se entristecieron por su marcha y le regalaron uno de los libros de hechizos de la comunidad. A medio día dejaba el poblado vestido con una raída túnica gris con remiendos amarillo loro, protegido con una enorme capa a rayas que parecía la piel de una cebra y con un sombrero medio chafado. Debajo de la capa, en una bolsa que llevaba a la espalda y que le hacía parecer un poco jorobado, llevaba el libro de hechizos, dos túnicas en un estado similar a la que llevaba puesta junto con algo de comida y dinero.

Este viaje le llevó a vivir muy disparatadas aventuras y desventuras que ya os contaré otro día.


1En esta región los años tienen doce meses de 28 días y uno de 29 días

Visita nuestras redes sociales y comparte JIMENA TIERRA

Pasión por la cultura