Por Gabriela Quintana.

Es indudable que la novela “Lolita” de Vladimir Nabokov, una de sus obras más leídas, ha sido objeto de análisis y controversia desde su publicación. Ante el rechazo de cuatro editoriales, solo un pequeño sello parisino especializado en obras eróticas se atrevió a publicarla el 15 de septiembre de 1955, tres años después apareció en Estados Unidos. Aun siendo reconocida ya como un clásico del siglo pasado, se mantiene vigente debido a los temas que aborda. Y es ahí donde muchos académicos, escritores y críticos literarios coinciden en considerarla como una obra maestra de la literatura contemporánea no sólo por su calidad narrativa, sino también por la diversidad de recursos y argucias retóricas. Esta asombrosa novela narra la intensa y obsesiva relación de un hombre maduro con una adolescente precoz, y puede considerarse como un estudio del deseo sexual, del incesto, del amor, de la obnubilación, de la pederastia y en último, de la veneración.

¿Pero quién es el genio detrás del telón?

Nabokov nació en Rusia un 23 de abril de 1899 en el seno de una familia rica y de la  aristocracia de San Petersburgo, entre la suntuosidad y la actividad política de su padre y artística de su madre. Fue atendido desde la infancia por una gran cantidad de criados, que posteriormente serían sustituidos por institutrices y profesores alemanes y rusos.  Su primera lengua fue el inglés, seguido del francés y el ruso, lo que proveyó una variedad lingüística y cultural que jugó un papel  preponderante en su desarrollo como artista e intelectual.  Nabokov es una de las figuras literarias más brillantes y respetadas del siglo XX por su erudición, prosa elocuente y facilidad lingüística. Mostró creación y complejidad literaria de gran estética tanto en inglés como en ruso. Su primera novela Máshenka, fue publicada en 1926 en su idioma natal, pero no fue sino hasta 1955 con la publicación de Lolita, en inglés, que salta a la fama y obtiene reconocimiento internacional aderezado con un caudal de polémica.

El autor presenta en Lolita, una novela atrevida que rompió el cánon de la época, burlándose por momentos de la novela naturalista del siglo XIX,  y con amplio contenido psicológico: obsesión, neurosis, desesperación, celos, delirio y locura, adicción al sexo o satirismo, visto también como pedofilia y representado en el personaje principal de Humbert, quien es el narrador de toda la historia. Escrita en primera persona, aunque por momentos muestra un narrador omnisciente; Nabokov utiliza varias técnicas narrativas de gran riqueza, y durante toda la novela emplea intrincados argumentos que lejos de generar el rechazo del lector, debido a los temas que expone, lo ayudan a crear complicidad en sus anécdotas, gracias a la impecable y fascinante prosa que refleja el buen gusto del narrador, entre otras cosas. Humbert es un hombre europeo, culto, literato(como el mismo se definió), cercano a los 40 años y que vive agobiado por sus propias pasiones y deseos carnales insaciables hacia las niñas preadolescentes de entre 9 y 14 años, a quienes llama nínfulas. Para Humbert, “nínfula” es aquella niña precoz en el umbral de la adolescencia que se sabe consciente del poder seductor que tiene a temprana edad. El término, inventado por Nabokov a través de Humbert, implicaría la conciencia que tiene dicha adolescente de poseer ciertos atributos que pueden ser útiles para el fin de la seducción, ejerciendo su atractivo para lograr lo que desea, sin embargo, cuando habla Lolita, cuando se relaciona en el colegio, en su colonia, en el campamento, con los demás personajes, es una chica común, que lejos de parecer una provocadora, es una víctima de las circunstancias. Situación que veo incongruente en varias críticas literarias, puesto que cuando Lolita se manifiesta, en sus diálogos, es una niña normal y ordinaria, y es en la mente de Humbert donde existen todos esos atributos de “nínfula” y seductora. Humbert lleva al lector de la mano a través de sus emociones extremas, de exquisita sensibilidad justificándolas con gran astucia, pasando de narraciones obscenas sin sexo explícito a relatos de ironía desenfadada. La tragicomedia del hombre sucumbido por sus deseos pero con una declaración de amor exacerbada para inmortalizar el objeto de su locura, a su amada.  El conflicto radica en el amor no consumado de su primera experiencia de pubertad con Anabel, quien lo persigue como una sombra el resto de su vida hasta que conoce a Lolita, quien sublima a Anabel. Lolita es la quintaesencia de las nínfulas, descubierta por total accidente en un pequeño pueblo norteamericano. Para obtenerla,  Humbert está dispuesto a hacer lo que sea,  y eso incluía casarse con la madre, Charlotte, con todas las mentiras y sinsabores que implicaba. Charlotte era una viuda que deseaba el reconocimiento social a través de una pareja. Una vez casados, Charlotte organiza alejar a la hija del hogar para poder disfrutar de la pareja, lo que disgusta a Humbert y lo lleva a planear su asesinato, el cual no sucede y, para su suerte, queda viudo debido al accidente automovilístico de su mujer. El relato oscila en el género erótico, el drama policial y psicológico, el tono confesional con el cual logra convencernos de su discurso, haciéndonos cambiar de postura y ánimo, pasando del escándalo, la reprobación a sus acciones, la impotencia ante la víctima en Lolita,  hasta llegar a sentir compasión por el pederasta, lo cual es una clara muestra de la brillantez de su narrativa que termina por envolvernos.

La fuerza del personaje de Humbert radica en su necesidad de mostrarse a sí mismo como experto o maestro en todo, con cierta arrogancia y superioridad: sobre otras personas, sobre sus propios deseos, en el lenguaje y nivel cultural, así como en su destino. Sus acciones y emociones se ven encaminadas a la necesidad patológica de ganar, de poseer y controlar todo, incluso mofándose de sí mismo con agudeza y mordacidad, tomando una distancia tal que sugiere que habla de otra persona, con esos frecuentes comentarios de humor, que suavizan el tono dramático. Las relaciones de género son simples para Humbert, las mujeres deben ser poseídas y los hombres deben competir por la posesión de las mujeres.  Incluso se refiere a su propia sexualidad como la evidencia de un gusto extremadamente refinado y artístico, que lo lleva a un nivel más alto del hombre promedio y vulgar.  No obstante, es consciente a lo largo de la historia, que su gusto refinado es también una obsesión que lo atormenta, y el cual busca socavar con matrimonios que a la postre resultan fallidos, con la intención de evadir la culpa que lo asalta en ocasiones por saciar su sexualidad con menores de edad. El satirismo que muestra lo persigue como una sombra, que lo hace disfrutar con Lolita, pero cuando no logra consumarlo lo atormenta, tanto física como psicológicamente.  Las decisiones y acciones del atribulado Humbert se mueven por el impulso lascivo de sus deseos a largo de toda la historia, mostrando sus excesos como parte de una personalidad artística y culta, pero se sabe consciente siempre de la transgresión moral que conlleva cuando se trata de niñas. Queda la pregunta al aire que plantea Nabokov, sobre si lo obsceno es la vulgaridad de la sociedad norteamericana en su concepto de cultura o la sofisticación intelectual de un hombre que considera a sus más bajas pasiones como un signo natural de refinamiento libre de esa hipocresía moralista que subyace como tabú en esa misma sociedad que lo envuelve.

Por otro lado, Nabokov ha demostrado que la parodia puede transmitir un elevado arte literario y estético,  y esta textura de parodia figura en cada una de sus obras. No sólo suele parodiar con tal maestría clichés narrativos y estilos literarios, sino que es capaz de mofarse de las técnicas literarias de otros autores sin aludirlos directamente. Un ejemplo es el personaje de Clare Quilty, su alter ego, donde echa mano de esta figura retórica del doble como convención de la ficción moderna, el duo bueno-malo. El tema del doble recuerda sin duda a Dostoievski. Podemos ver también la parodia en Lolita, cuando lejos de culparse Humbert por haber arruinado la infancia de la niña, muestra una Lolita ambivalente, unas veces lo que él llama nínfula: una pre-adolescente sin la inocencia característica de las chicas de su edad, parodiando el puritanismo y el libertinaje en la sociedad norteamericana contemporánea, y en otras ocasiones acepta su responsabilidad por la infancia perdida de Lolita en manos de un pervertido sexual.

Ahora bien, si existe el sarcasmo para convencer al lector, y al jurado, a quien se dirige en última instancia, también es cierto que Humbert reflexiona sobre si ese amor y deseo sexual es más bien un tormento, una maldición, locura, que un placer a gozar, un bienestar, en la medida en que pueda ser satisfecho. Es el lirismo con el que lo narra, que va de un extremo a otro en su reflexión, adelantándose a los juicios del lector. La fusión de la estética y la ética en función del placer, un placer liberal sin moralismo y tabú.
Bibliografía:

http://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/1603/Vladimir%20Nabokov

https://es.wikipedia.org/wiki/Lolita_%28novela%29

https://es.wikipedia.org/wiki/Vladimir_Nabokov