Entrevista a Eva María Medina en La Buhardilla de Tierra Trivium
Volvemos a la novela con la visita a la Buhardilla de Tierra Trivium de Eva María Medina con la que charlaremos sobre su novela Relojes muertos. (Madrid, 1971) Licenciada en Filología Inglesa, ha escrito en solitario Sombras (2013) y es coautora de Relatos en Libertad y Letras Adolescentes. Ha recibido diversos premios literarios. Podéis leer sus textos en su blog Relojes Muertos y en Twitter (@EvaMedinae).
Ignacio J. Dufour García: Eva es un placer tenerte de visita en La Buhardilla de Tierra Trivium. Antes de hablar del ilustre prologuista de Relojes muertos, hablamos de cómo se te ocurrió la historia, del germen de la misma.
EMM: A mí el tema de la locura siempre me ha interesado. Muchos de mis relatos —como «Tan frágil como una hormiga seca» y «Ser el otro»— comparten esta misma obsesión. Me preocupaba, y sigue preocupándome, esa línea tan fina que existe entre cordura y locura, lo fácil que es traspasarla y verse al otro lado. Me inquieta el sufrimiento de los enfermos mentales, el rechazo social, lo difícil que es la convivencia con ellos, el ostracismo al que la propia enfermedad y la sociedad los retrae, la frustración del que quiere ayudar y no sabe cómo. Fue una idea la que hizo germinar un relato que, una vez acabado, siguió dando vueltas en mi cabeza. Por ello, decidí desarrollar la historia con mayor profundidad.
IJDG: ¿Por qué ese título Relojes muertos ?
EMM: El título surgió de una escena que luego solo insinué. Escena en la que Herminia le cuenta al protagonista que durante su última visita a su hijo al psiquiátrico, el pobre, tan preocupado por arreglar el reloj que heredó de su padre —intentándolo dar cuerda para que funcionase—, cuando el mecanismo de su mente estaba mucho más averiado. Esa escena fue una especie de revelación que alumbró el título.
Este título, Relojes muertos, está estrechamente relacionado con la temática principal del libro, la locura. Los locos son esos relojes que ya no funcionan aunque les demos cuerda. Además, genera un campo semántico amplio en la novela —como la historia del viejo que habla al reloj de pared, los cuentos que el protagonista se inventa, una pesadilla sobre una redada de relojes…— que ayuda a crear esa idea de universo cerrado.
IJDG: ¿Cuándo decidiste contar la historia en primera persona?
EMM: Cuando me di cuenta de que la novela ganaba en fuerza y veracidad.
IJDG: Es difícil tratar un tema como el de los trastornos mentales sin caer en el paternalismo ni en la parodia ¿como construiste los personajes para llegar a que sean tan verosímiles y tan creíbles?
EMM: Para conseguir meterme en la piel del personaje principal, y de algunos secundarios, para crear personajes verosímiles, tuve que documentarme sobre las enfermedades mentales, en especial la esquizofrenia. Me fueron de gran ayuda ensayos como Sobre la locura de Fernando Colina o Genio artístico y locura. Strindberg y Van Gogh de Karl Jaspers, donde su autor desarrolla un estudio comparativo de las trayectorias vitales y artísticas de Strindberg, Swedenborg, Hölderlin y Van Gogh, incluyendo una indagación estricta sobre las relaciones entre locura y creatividad artística. Sin embargo, fueron los libros de ficción que abordaban este tema los que más me influyeron. Grandes novelas como El atestado de J.M.G. Le Clézio, Mi alma en China de Anna Kavan, Huida a las tinieblas de Arthur Schnitzler, Sophia de Colin Thubron, Delirio de David Grossman, Inferno de August Strindberg, Alguien voló sobre el nido del cuco de Ken Kesey, Delirio de Laura Restrepo, y Tierra de David Vann.
Estas y otras lecturas me acercaron al problema subrayando aspectos de su psique comunes en estos enfermos: sus alucinaciones (sobre todo auditivas), el desdoblamiento que pueden llegar a sufrir, su relación directa con un ser superior, que suele ser Dios, llegando incluso a sentir a ese ser superior dentro de ellos («Una especie de religión se ha creado en mi interior», nos cuenta el narrador protagonista de Inferno de Strindberg). Alteraciones en la percepción: objetos que se transforman y les hablan, «una farola canta» en Inferno; «el blanco, al moverse, se animaliza. El negro se negrifica» percibe Adam, el personaje principal de El atestado de Le Clézio, el cual también escucha «el murmullo de una caída vecina de motas de polvo, en alguna parte debajo de un mueble.» Se creen víctimas viviendo un destino prefijado; carteles, señales, anuncios o sueños predicen su destino. Reciben malos o buenos augurios. A veces se sienten dirigidos por otra persona. El loco, al igual que el alcohólico, tiene momentos de una afinada cordura, pero también sufre embotamiento. Manía persecutoria, vértigo, mareos, angustia, insomnio, obsesiones, miedos, premoniciones, ansiedad, ira, tendencia a discutir, violencia y desinhibición (se impone el inconsciente, rompiéndose el encorsetamiento civilizatorio) suelen formar parte de su vida. El psiquiatra y ensayista Fernando Colina en su libro Sobre la locura nos explica: «En su polo esquizofrénico, en cambio, es el temor al contacto con el otro, vivido como invasor y maléfico, lo que le arrastra a la soledad pasiva y al desinterés por el mundo. Pero también el esquizofrénico puede reaccionar en sentido contrario, cuando a veces se agita y se disocia en una vertiginosa movilidad que no encuentra motivación».
IJDG: Una cosa que sorprende al lector es el prólogo de Juan Manuel de Prada. Cuéntanos cómo llegó a ser el prologuista de Relojes Muertos .
EMM: Conocí a Juan Manuel de Prada en un curso que impartió en Santander. Le pedí que leyera el manuscrito y me diese su opinión. Cuando Noemí Trujillo, editora de Playa de Ákaba, me comunicó que me publicarían la novela, le pedí a Juan Manuel de Prada —quien ya la había leído y le había gustado mucho, comentándome que la inmersión que hacía en los laberintos de la locura era en verdad prodigiosa, y que había creado un personaje memorable de verdad— que me escribiese el prólogo. No solo aceptó sino que además me escribió un magnífico prólogo (poético, profundo, inteligente) mostrando gran entusiasmo y cariño, haciendo una disección de los personajes más relevantes, de la atmósfera de la novela y su significado ulterior.
La verdad es que me sorprendió mucho —si me lo hubieran contado años atrás no lo hubiese creído— que un gran escritor como Juan Manuel de Prada escribiese ese prólogo tan generoso a mi primera novela. Me siento muy afortunada.
IJDG: Hay una escena que me ha sorprendido y que refleja muy bien el sentido de la novela, es cuando el protagonista lee la noticia del preso que desea volver a la cárcel porque esa es su casa. Dicha escena me ha recordado a varias escenas de Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena en los que se comenta cómo los enfermos una vez curados no se sienten seguros en la sociedad. ¿Cómo surgió?
EMM: Es una noticia de prensa que incluí en el texto, seleccionando los datos que me parecieron adecuados a la trama.
IJDG: Para ir finalizando esta entretenida entrevista, ¿Cuáles son tus referentes literarios?
EMM: Miguel de Cervantes, Frank Kafka, William Faulkner, F. Dostoyevski, L. N. Tolstói, Virginia Woolf, Clarice Lispector, Marcel Proust, Miguel de Unamuno, Sándor Márai…
IJDG: ¿Qué te hizo empezar a escribir?
EMM: Realicé un taller de escritura creativa en el que practicamos las técnicas narrativas. Luego, seguí escribiendo, leyendo, analizando textos de otros autores; todo esto unido a mi propia experiencia vital. Considero que este tipo de talleres acelera el proceso de aprendizaje, ayudándote a ver, de un modo objetivo y profesional, los errores más frecuentes del escritor principiante.
IJDG: Novela, relato, microrrelato, cuento… ¿Alguna preferencia?
EMM: Quizá me fue más fácil comenzar a escribir relatos por ser un género más breve, para ir adquiriendo un dominio mayor del material narrativo (el ritmo, la construcción de escenas, caracterización de personajes, la atmósfera, el tono…), pero no se pueden obviar las diferencias entre estos dos géneros literarios. Mientras que el cuento actúa por condensación, la novela procede por acumulación. El rasgo principal del relato es la intensidad. La novela acepta digresiones y estas pueden ser su sustancia. Una novela admite la creación de atmósferas muy diversas, no así el cuento que debe tener su propia atmósfera.
Yo me siento más cómoda escribiendo novelas, aunque estas sean cortas.
IJDG: ¿Cómo decides que una idea puede ser una novela o un cuento?
EMM: A medida que se va desarrollando la historia, durante el proceso de escritura.
IJDG : Por último, ¿nos podrías hablar de tus futuros proyectos?
EMM: Estoy escribiendo una novela sobre el alcoholismo. Intento adentrarme en la mente de un alcohólico, hacerme las preguntas desde dentro del personaje, y contestarlas, o intentar hacerlo, dejando puertas abiertas para que el lector libremente las cruce.
Muchas gracias Eva por compartir con nosotros esta novela que te atrapa hasta que no la terminas. Deseo que hayas disfrutado de esta conversación tanto como nosotros. Está es tu casa y tienes las puertas abiertas para volver con tu próxima novela que tiene pinta de ser igual de interesante que Relojes Muertos.
La próxima semana visitará La Buhardilla de Tierra Trivium Manuel Trigo Nogales para hablarnos de su obra literaria, entre otras cosas.
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