Entrevista a Javier Alonso García-Pozuelo
JAVIER ALONSO GARCÍA-POZUELO será el primero de los invitados en el CLUB DE LECTURA INTERNACIONAL CALEIDOSCOPIO, dándonos a conocer su obra LA CAJITA DE RAPÉ.
JT. Bienvenido a la Revista Tierra y al blog literario El invierno de las letras. Antes que nada, me gustaría saber si consideras que las letras están en la estación de invierno y por qué.
Las letras, y más en nuestro país, siempre parecen estar atravesando su último invierno. Al final, el quijotismo de los que escriben y la necesidad de palabras nuevas de los que leen hacen que, contra todo pronóstico, la primavera regrese.
JT. ¿Cuál ha sido tu mejor lectura de verano?
Al acabar la carrera pasé una temporada en Argentina. Solo metí un libro en la maleta: Rayuela. Aquella fue la lectura de verano de la que guardo un recuerdo más intenso. Aunque en rigor aquella fue una lectura de mi verano; en la Argentina era invierno.
JT. Háblanos de La cajita de rapé. ¿De qué trata?
El tema principal de «La cajita de rapé» es el abuso de poder. El abuso de poder a muy distintos niveles: de una clase política con los empleados públicos y los votantes, de un patrón con sus trabajadores o de unos padres con sus hijos. Tenía muy claro desde el principio el tema sobre el que quería hablar y el reinado de Isabel II me parecía una época idónea para hacerlo. Muchos de los derechos hoy consolidados empezaron a reclamarse entonces, pero la clase dirigente estaba más preocupada por conservar el poder que por ampliar los derechos de la ciudadanía. Elegí el año de 1861 para ambientarla porque marcó un punto de inflexión en el gobierno de la Unión Liberal. Fue aquel año cuando muchos de los que habían apoyado el proyecto centrista del general O’Donnell se dieron cuenta de que la cúpula de la Unión Liberal haría lo que fuera necesario por perpetuarse en el poder: no solo incumplir sus promesas de reforma o dar un giro reaccionario a su política, sino incluso emplear métodos ilícitos. Ese año de 1861 me pareció perfecto para abordar el tema del abuso de poder, integrándolo en una trama policíaca.
JT. ¿Te ha supuesto mucho esfuerzo escribirla?
Mientras escribía «La cajita de rapé» me planteé el reto de que ni los lectores de novela histórica ni los aficionados a la novela policíaca viesen defraudadas sus expectativas tras leerla. Para intentar conseguirlo, trabajé con tanto rigor la ambientación de época y el contexto político como la consistencia de la trama y la verosimilitud de las actuaciones policiales. Ese aspecto de la creación –construir una trama sólida y entretenida, y ambientarla con rigurosidad histórica– es, por sí solo, un trabajo agotador. Aunque para mí lo más duro es enfrentarse a la página en blanco, llenarla de palabras y, sobre todo, quedar convencido con las palabras escogidas. Cuando uno ve que su novela tiene buena acogida siente una alegría comparable a pocas cosas, pero no hay duda de que escribir una novela, al menos en mi caso, conlleva un esfuerzo enorme. Y mucho sacrificio.
JT. ¿Qué esperas que sientan los lectores cuando la lean?
Lo que más me importa es que la novela entretenga al lector, que se enganche al inspector Benítez y se le pasen las horas en su compañía, tratando de resolver a su lado el caso de las alcarreñas. Me encantaría también que el lector haga amistad con alguno de los personajes, les tome cariño y quiera volver a encontrarse con ellos. Pero no sería honesto si no confesara que entre los propósitos que me marqué al escribirla también está el ayudar al lector a conocer una época de nuestra historia muy complicada y cuya repercusión llega hasta nuestros días. Creo firmemente en que a través de la novela histórica se puede enseñar historia al gran público; eso sí, sin olvidar nunca que lo que estás escribiendo es una obra narrativa y que la parte histórica debe quedar perfectamente justificada e integrada en la trama.
JT. ¿Qué opinas de la presencia femenina en el mundo literario y, más concretamente, en la novela policíaca?
Pues que, por fortuna para los lectores, la Literatura no es uno de esos campos en los que la mujer tiene que luchar con la terrible desigualdad laboral que hay en otros.
JT. ¿Qué significa para ti la literatura? ¿Qué aporta a tu persona? ¿Por qué es tan necesaria?
Leer es tan esencial en mi vida como la amistad, el amor, la buena cocina o la música. Soy quien soy gracias, en buena parte, a lo que he leído. Los libros forman parte esencial de mis días. Trabajo con libros y en mi tiempo de ocio, sigo a menudo con ellos. Soy muy sociable y me gusta mucho salir con los amigos a tomar algo y charlar (no siempre de libros, que conste), pero he de reconocer que también disfruto muchísimo en soledad, con un café humeante sobre la mesa y un buen libro entre las manos.
JT. Retornemos a tu infancia. ¿Vienes de raíces lectoras? ¿Qué solías leer? ¿Qué le pedías a los Reyes Magos?
En una familia de clase obrera con un padre pluriempleado de lunes a sábado y una madre con tres hijos que criar no es fácil que tus padres encuentren el tiempo libre para leer, aunque en mi casa siempre hubo muchos libros. A pesar de disponer de libros a mi alrededor, no fui un lector muy precoz y, por supuesto, no recuerdo haberle pedido nunca a los Reyes Magos un libro. Sin embargo, hubo una lectura de la infancia que me marcó profundamente. No podría explicar qué me causó su lectura siendo niño, pero «El principito», de Antoine de Saint-Exupéry, es uno de los libros que más huella ha dejado en mi imaginación. Siempre que mi vida se satura de cifras y preocupaciones de adultos, lo vuelvo a leer.
JT. ¿Nabokov, Stieg Larsson o Javier Marías?
Más difícil me lo pondrías si tuviese que elegir entre Carver, Georges Simenon y Baroja.
JT. ¿Cuántos libros lees al año?
Muchos menos de los que quisiera. Soy de los que leen despacio y se quedan ensimismados durante minutos tras la lectura de algunos párrafos evocadores.
JT. Háblanos de Cita en la glorieta.
Concebí Cita en la glorieta como un blog en el que publicar mis artículos de historia, relatos y canciones, pero al final se ha terminado transformando en lo que el nombre exigía: un lugar de encuentro, un espacio en la Red en el que se citan los amantes de la Literatura y la Historia. Sería muy largo mencionar a todos los amigos que han publicado sus relatos o artículos en La Glorieta, pero no puedo hablar de ella sin mencionar a Ana Grandal, Bego Loza, Carolina Molina, Patricia Nasello, Inés Mendoza, Fernando Gómez Lamadrid, Francesc Barberá, Rubén Abella, Sergio Rodríguez Rodríguez, Manu López Marañón, Alberto Pasamontes, José María Velasco, Eduardo Montagut, Javier Torras de Ugarte, Víctor Fernández Correas y Pablo Aguilera. A ellos tengo que añadir la larguísima lista de amigos que han colaborado en las dos ediciones de la Semana Negra en la Glorieta que llevamos celebradas. Todos ellos son quienes, con el contenido que han aportado a esta Glorieta, la han mantenido viva en los últimos años.
JT. ¿Tienes miedo a la página en blanco?
Por el momento no me angustia el no encontrar las historias y palabras con las que llenar esa página en blanco, aunque, como he mencionado arriba, no todo es placer a la hora de enfrentarte a ella.
JT. ¿Qué opinas del proyecto Club Internacional de Lectura Caleidoscopio? ¿Qué otro libro te gustaría que se leyera durante el primer trimestre?
Me parece una iniciativa interesantísima, original y muy valiente. Una manera muy enriquecedora de aprovechar el mundo globalizado en el que vivimos.
Uno de mis libros preferidos es «El señor presidente», de Miguel Ángel Asturias. Siempre me parece un buen momento para recomendarlo y releerlo.
Gracias por participar en este proyecto.