Por Silvia Escobedo.
Hoy vamos a conocer más de cerca a Enrique Carlos Martín, un ilustrador literario, cuya senda profesional viene marcada por ilustraciones para editoriales como Anaya, Vicens o Grijalbo, entre otras, y revistas de las editoriales Norma, El Jueves y la francesa Dupuis. Pero su trayectoria no acaba aquí. Tras unos años dedicado al trabajo de oficina retoma su pasión, esta vez como pluriempleo, dedicándose además de a ilustrar a escribir. Y así, en 2017 publica su ópera prima como escritor Gustavo y la Máquina de Montar Monstruos, un delicioso cuento infantil ‘apto’ también para adultos.
Entrevista:
Silvia Escobedo: ¿Qué queda de aquel Enrique Carlos que ilustraba anuncios en el periódico “Cambalache” a mediados de los 80?
Enrique Carlos Martín: Queda mucho aún, tampoco han pasado tantos años (comparado con la edad de La Tierra). Creo que lo más remarcable es, respecto a ilustrar, que sigue divirtiéndome y apasionándome. En global, respecto a cualquier actividad creativa, sigo intentando poner todo mi empeño en hacerlo lo mejor posible. Pero también he aprendido sobre todas estas cosas y ya no me fustigo tanto como antes, sufro menos. Puede que también, en la misma medida, disfrute menos.
SE: Después de atesorar un gran bagaje como ilustrador en el ámbito literario ¿cuál es el detonante que te impulsó a combinar las imágenes con las letras y dedicarte también a escribir?
ECM: Exactamente no lo sé, aunque siempre estuvo ahí. Quizás no me sentía preparado porque admiraba demasiado esa capacidad, hasta el punto de paralizarme. Solo me permití algunos escarceos. Más que un detonante, hubo un cambio radical de vida que me permitió abordar ese reto sin plantearme dudas, cuando decidí vivir el resto de lo que me queda de vida laboral de una actividad no creativa.
SE: Aunque tus primeras incursiones como escritor te llevan a trabajar en guiones para comics y campañas publicitarias, un buen día decides que quieres escribir y sobre todo para niños, ¿qué te mueve a elegir la literatura infantil?
ECM: Bueno, siempre me he dedicado a ese público, también como ilustrador y dibujante de cómic. Aunque he hecho obras para mayores (y pienso seguir haciéndolo si me dejan) es con el público que más a gusto me suelo encontrar. Quizás porque para mí es la etapa de la vida más preciosa. Todo es descubrimiento, misterio, emoción… Me siento bien con esa sintonía.
SE: ¿Piensas qué existe una “literatura infantil” o que la literatura es una sola?
ECM: En las formas no, pero en el fondo la literatura es una sola. Los conceptos, las raíces de las ideas, pueden explorarse y dar forma literaria para casi cualquier público.
SE: ¿Qué aptitudes o cualidades consideras que se necesitan para escribir?
ECM: Saber comunicar. Saber empatizar. Encontrar el canal con tu lector, dicho de otra manera. Por otro lado, parece también necesario tener perseverancia y espíritu de sacrificio, aunque eso entronca más con los objetivos de esa escritura, que con la escritura en sí.
SE: ¿Las ideas acuden al escritor sin pedir permiso o hay que ir buscarlas?
ECM: Ambas circunstancias se dan y no creo que haya escritor que solo trabaje con una de ellas.
SE: Hablando de ideas, ¿podrías compartir con nosotros cómo surgió la de tu cuento Gustavo y la Máquina de Montar Monstruos y qué hizo a Gustavo merecedor de convertirse en el protagonista de tu ópera prima?
ECM: Me apasionan los monstruos. Son como una versión de nosotros mismos sin adulterar que no queremos ver. Por otro lado, siempre me ha divertido muchísimo el género, tanto en literatura como en cómic y cine. Soy bastante friki del tema. Así que todo partió de algo sencillo; me apetecía contar una historia para niños cercana a la figura del genio loco, ese que quiere conquistar el mundo o desafiar las leyes de la naturaleza, tan presente en el género. El resto fue escribir y tachar mucho, y volver a escribir y tachar.
SE: En cuanto a Gustavo y la Máquina de Montar Monstruos, una de sus virtudes es la de ahondar en el rechazo que sufren los niños por ser diferentes o el abuso de los más fuertes estableciendo un mecanismo en el que se desenfoca precisamente para enfocar más de cerca esta problemática. Al hilo de lo anterior ¿eres de los que cree en la literatura como un instrumento de denuncia social?
ECM: Por supuesto, igual que el resto de las artes. La literatura, el cine, el cómic, la pintura… todas las artes pueden utilizarse para denunciar y visibilizar, y esto le suele otorgar un valor extra. Gustavo, a decir verdad, se centra más en divertir que en denunciar, pero también trata estos temas que son demasiado “normales” aún y que no hay que dejar de recordar para tratar de desterrarlos de esa normalidad.
SE: Se habla de Gustavo y la Máquina de Montar Monstruos como un cuento idóneo para niños a partir de los 8 años recomendable también para todos aquellos con ganas de regresar a los momentos más palpitantes de la niñez. Durante esta aventura trepidante, veremos en acción a Gustavo, un niño soñador dotado de un intelecto fecundo que no transitará solo esa senda de obstáculos. ¿Qué tienen en común el variopinto grupo formado por Mariola, Juanillo, Edu y Gustavo?
ECM: Tienen en común, además de ser niños (aunque Gustavo tenga una mente brillante para la ciencia, no deja de ser un niño), que siguen luchando por conseguir su hueco en esta sociedad. No se dan por vencidos, anulándose a sí mismos y emulando a otros. Son como son, ellos se aceptan y desean que los demás lo hagan también.
SE: Para despedirnos cuéntanos, después de tantos años enfrentándote al reto de plasmar en imágenes los textos de otros, ¿qué te ha resultado más desafiante traducir obras ajenas a una dimensión visual o crear una historia de la nada como escritor?
ECM: Cada trabajo plantea un desafío particular. La sujeción del ilustrador al texto es muy relativa. Hace poco una compañera me planteaba que detecta una costumbre hiriente en nombrar como autor de una obra al escritor, cuando el ilustrador también lo es. En realidad, ambos lo son, porque ambas visiones conllevan arte y disciplina. Pero para mí son desafíos distintos, no puedo compararlos y discernir cuál me resulta mayor.
Muchísimas gracias por tu colaboración en la Revista Tierra. Desde el Grupo Tierra Trivium te deseamos el mayor de los éxitos en tu andadura literaria.