Empezamos noviembre con una nueva entrega de el Relato Caleidoscópico, esta vez de la mano de Luisa Gil. El hashtag para comentar esta entrada es #RCaleidoscópico28, tanto en el Facebook como en el twitter del Grupo Tierra Trivium (@TierraTrivium).
Y sin más preámbulos os dejo con la historia, de la que dejado solo el enlace de todas menos las dos anteriores , para que no se alargue en exceso la historia y en breve tendremos una sorpresa, pero mientras tanto disfrutar de la nueva vuelta de Caleidoscopio de Luisa Gil.
Primer Intermedio (Ignacio J. Dufour García)
Día 23 (Eva Palomares)
Día 25 (Haizea M. Zubieta)
Día 26 (Adolfo Pascual Mendoza)
Por muchos recuerdos robaos, por mucho que alguien intentara que no recordara nada, algo prevalecía en él, algo así como su memoria ancestral y, si de todo esto había alguna pequeño resquicio para salir de este encierro involuntario, este era esa pequeña claraboya del techo.
La observo minuciosamente, era inalcanzable, al menos estaba a cuatro metros de altura y a pesar de que alrededor de él, había algo de claridad, en todo lo que alcazaba a ver, no había ni un solo objeto que le pudiera ayudar en esta empresa.
Se movió unos cuantos pasos en uno y otro sentido tratando de localizar algo que le ayudara a salir, pero solo el ancho y cada vez más oscuro pasillo, según se alejaba de la claraboya.
Entonces recordó esas veces que en su encierro, imaginaba que en salas idénticas a las suya, se encontrarían otros seres como él, en circunstancias idénticas a las suyas, busco puertas como por la que acababa de salir, pero en ese lago pasillo, nada parecía indicar ni el más mínimo resquicio de aperturas de ningún tipo, intentó volver a su lugar de origen, tal vez con el deseo de volver a refugiarse en esa sala en la que estaba enclaustrado, pero que al menos tenía luz.
Desorientado, perdido y asustado corrió a lo largo del pasillo, sin viso alguna de esa puerta por la que había salido, se tiró de rodillas desesperado en medio del corredor y en su desesperación comenzó a gritar.
Fue entonces, cuando se cerró la claraboya, produciendo una oscuridad mucho más intensa en todo el espacio, que le dejo absolutamente paralizado, a la vez que una aguda sirena comenzó a sonar y un olor intenso y picante inundó todo el espacio, dejándolo inerte en el suelo.
Día 27 (Rosa María Mateos)
Cuando despertó, el reflujo de las olas traía de nuevo el olor -picante e intenso- del aliento de los leones marinos. Supo así que estaba en la barriga de un barco perdido entre la banquisa. Comprendió también que la sirena sonó para avisar del vuelco de la nave hacia estribor, cuando todo se volvió horizontal. De esta forma pudo Elíseo acercarse a la claraboya y romper el cristal de la oscuridad, para asomar la cabeza y sentir el golpe de frío. Absorto contempló cómo se cuarteaban los icebergs, estallando con truenos de hielo. A pesar de no tener recuerdos, jamás imaginó que pudiera ver algo tan bello.
El desierto blanco.
En el silencio eterno de la mañana se acercaron las ballenas jorobadas a merodear por la proa. Gigantes, soberbias, nadando en círculos. Elíseo les hizo señas para que se acercaran. Fue así como se dio cuenta que sabía cantar en la misma frecuencia que los cetáceos, entre los 15 y los 25 hercios, y pudo narrarles su desconsuelo. Las jorobadas arrastraron el barco a mar abierto, para evitar que la presión del hielo hiciera volar la goleta por los aires.
Le estaban regalando un futuro.
Elíseo no fue programado para el agradecimiento, pero quiso cantarles una despedida; algo así como un blues melancólico que hizo llorar a las colosas del mar.
Día 28 (Luisa Gil)
?Se oye una Sirena?
?ATENCIÓN FIN DEL SIMULACRO
?REPITO FIN DEL SIMULACRO
?Cesa la Sirena?
?PROCEDAN A DESCONECTARSE DE LA PLATAFORMA
?Soy el supervisor número 223. Sigan las instrucciones.
?Nuevos Humanos con uniforme caqui, retomen sus actividades.
?Aspirantes a Nuevos Humanos, vistan los uniformes amarillos que encontrarán al lado del puesto de conexión y diríjanse a la arteria de movilidad número 4.
?Aspirantes a Nuevos Humanos etiquetados con DOP F/SU NO, vistan los uniformes rojos, aseguren el cable a la barandilla de la cinta transportadora y colóquense en la zona marcada en rojo.
Elíseo abrió los ojos, se sentó en la camilla y siguió las instrucciones de manera mecánica. Una etiqueta roja luminosa se mostraba intermitentemente en su display:
DOP F/SU NO HHHHHHHHHHH DOP F/SU NO HHHHHHHHHHH
Se vistió con el uniforme rojo, aseguró el cable en la barra metálica y, sin tener aún muy claro lo que implicaba, se situó en la zona marcada en rojo. La cinta comenzó a moverse llevando a Elíseo por un pasillo cubierto de plástico hasta situarle ante una puerta sobre la cual había un cartel en el que se podía leer:
PELIGRO
ZONA DE DESINFECCIÓN
BORRADO DE MEMORIA
NO PASAR SIN AUTORIZACIÓN