El Relato Caleidoscópico de Laura Orens

por | sábado, 15 diciembre, 2018 | El Relato Caleidoscópico, Noticias, OCULTO

Noveno Relato Caleidoscópico de Tierra Trivium

Esta semana retoma El Relato Caleidoscópico Laura Orens, ya que creo que es la escritora ideal para continuar la historia donde la dejó Juanjo Ramírez Mascaró ya que ella fue la responsable de que conociese a Juanjo.

Ya hablando en serio, os recuerdo que podéis comentar la historia e ir proponiendo posibles títulos en el Facebook del Grupo Tierra Trivium, en los comentarios de esta entrada o en twitter con el hashtag #RCaleidoscópico9.

Y como ya es tradición en esta sección, os dejo los enlaces a las anteriores entradas del relato caleidoscópico seguidos del texto de Laura Orens.

Día 1 (Ignacio J. Dufour García)

Día 2 (Marta Sánchez Mora)

Día 3 (Rosario Curiel)

Día 4 (Dolores Ordóñez Pérez)

Día 5 (José Jesús García Rueda)

Día 6 (Ana Vigo)

Día 7 (Ana Boyero)

Elíseo no se estampó contra el suelo. Con los ojos cerrados, escuchó una voz femenina.

—Tranquilo, cariño.

Elíseo abrió los ojos y se encontró suspendido en el aire, en una especie de gravedad cero sobre la que flotaba ligero. Movió las piernas y dio una brazada que hizo que, en las calles, el reguero de ciudadanos y robots se acelerase.

—Debes encontrar a tu hermana. No nos queda mucho tiempo.

Pero Elíseo estaba demasiado fascinado con su repentina capacidad de volar y no hizo preguntas; ser hijo único tampoco ayudó a que se interesase por la orden. Siguió nadando sobre la ciudad, fantaseando con la posibilidad de cruzar la frontera y, por qué no, ver por fin el mar. Pasados diez minutos, distinguió los famosos tanques de zinc de la Fábrica Nacional de Petróleo. En su interior se cocía una pasta oscura y densa sobre la que creyó ver un par de piernas desnudas de mujer que fueron engullidas entre burbujas pastosas. En ese momento, el volumen del altavoz interno de su cabeza se multiplicó por cinco y un coro de treinta voces gritó al unísono:

— Elíseo, no nos jodas.

Y Elíseo comenzó a caer, a plomo

Intentó aferrarse a cualquier cosa para frenar su caída, pero sus manos sólo hallaron lo que ya estaba en ellas. El papel azotado por el viento, vibrando como ala de insecto. Cuatro únicas palabras en su superficie: EL ORDENADOR EN SUEÑOS.

El suelo se acercaba. La colisión era inminente. Elíseo no tenía tiempo de pensar, y no lo hizo.

Se limitó a rasgar el folio en dos…

… y al hacerlo, rasgó en dos el mundo entero.

Se rasgó el asfalto de esa calzada con la que estaba a punto de impactar, generando una grieta. Se rasgó en dos cada edificio, cada coche, cada tanque de zinc, cada sombra, puede que cada átomo.

Y sintió cómo él mismo, desde sus profundidades más recónditas, también se desgarraba.

Media décima de segundo más tarde (también las décimas se habían fragmentado) Elíseo notó cómo una mitad del mundo se alejaba de su otra mitad. Noto cómo una parte de él mismo se distanciaba del resto de su ser, ensanchando la grieta.

La mitad femenina de Elíseo vio a su mitad masculina perderse en la distancia. En su mano, el trozo de papel rasgado en dos, luciendo dos únicas palabras: EL ORDENA.

 

Imagen cedida por Ignacio J. Dufour García al Grupo Tierra Trivium
Día 9 (Laura Orens)

Su memoria borrada —por aquellos que se definían en plural— también se partió en dos. Así, un fragmento descompuesto de sus recuerdos perdidos, se dibujó de nuevo y prendió en su mente. Apenas una chispa. Un fogonazo de aquello que estuvo enterrado.
Quizás fuera el momento de despertar. Sí. Muy en el fondo sabía que aquello no era una vida, no al menos la que rozó antes del olvido.
Supo que le extirparon el dolor, el sufrimiento que Elíseo creyó insoportable, pero no se lo arrancaron todo. Quienes se definían en plural también podían equivocarse.
Quedó el germen, que no era más que su voz luchando por sobrevivir.
¿Qué fue aquello tan insoportable de lo que quiso liberarse?
Lo que deshumanizó a tantos otros convirtiéndolos en autómatas de lo global, de miradas ajenas.
Elíseo lo supo.
El orden. El orden siempre fue su talón de Aquiles, pensó. Contra el caos, contra las emociones, contra aquella mujer que se llevó parte de él.
Pero ésa, no fue su batalla, sino la de su padre. Quien se arrancó la pérdida, e hizo lo mismo con tantos otros, que, de no recordar, acabarían estampados contra el asfalto.

 


La semana que viene vuelve La Buhardilla de Tierra Trivium con la esperada visita de África Ruh para charlar de literatura y de su prolífica carrera literaria. Y el último sábado de 2018 Miguel Rodríguez  dará una nueva vuelta a nuestro caleidoscopio.

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