Esta semana la encargada de los designios de Elíseo es Eva Palomares. Y como comenté hace un par de semanas la historia continúa desde el primer punto intermedi, siendo el hashtag de hoy #RCaleidoscópico23, tanto en el twitter del Grupo Tierra Trivium (@TierraTrivium) como en el Facebook para comentar la entrada de hoy.
Primer Intermedio (Ignacio J. Dufour García)
Elíseo estaba a punto de dormirse cuando una idea cruzó por su mente— si me duermo olvidaré lo poco que recuerdo —hizo todo lo posible por intentar mantenerse despierto sin llegar a conseguirlo.
Se despertó en una habitación deshabitada de paredes que una vez fueron blancas, en las que se intuían las sombras de los antiguos muebles que una vez la poblaron, como los retazos de recuerdos que poblaban su mente de Nuevo Humano.
Recordaba vagamente el despertar del día anterior en la que creía que era su oficina, su vagar por distintos planos de la consciencia sin estar seguro de que había sido realidad y que había sido una ensoñación.
Las marcas en tobillos y muñecas eran lo único que le podía indicar que el encuentro con 223 había sido en este plano de la realidad, pero justo esa parte del día anterior era la que se había corrompido en la mente de Elíseo.
Se levantó y un tintineo le alertó de la caída de lo que tenía en el regazo, eran el bolígrafo y hoja que asía antes de que el sueño le venciese. En el papel se intuían restos de unas palabras, «DOP F/ SU NO?» que no le decían nada.
—Debe haber un problema de circuitos. Esto no está funcionando…
—Sí, pero no entiendo qué puede ser. Hemos revisado todo. Otros han ido bien, pero éste… De repente recuerda algo, lo mezcla con sucesos extraños, viaja a la infancia… Y esa insistente interferencia de deseo sexual con la enfermera…
Entre tanto, Elíseo, aturdido en el nuevo escenario en que se encuentra, observa desconcertado el bolígrafo y el papel recién caídos al suelo. Su cabeza es ahora un remolino de confusión. Algunas ideas vagas le rondan, vienen y van, pero no logra atrapar ninguna.
Al otro lado, mientras le observan a través de una oculta cámara, las dos mujeres continúan la conversación.
—Es comprensible, Mayda. Son cosas que forman parte de su pasado, de fantasías, no sé, juegos infantiles, pesadillas, miedos… Y el deseo erótico es más normal, si cabe. Lo hemos visto ya en otros. Son pensamientos muy arraigados. Tú lo sabes bien, se ha discutido en el equipo, el propio Plan advertía de algo así. La Gran Transformación en Nuevos Humanos no iba a ser tan sencilla.
—Ya… sí… Lo sé, Alene, lo sé. Pero aquí hay algo más. Éste se resiste, cambia con demasiada frecuencia, lucha incluso con cierta conciencia de ello. Es como si no quisiera abandonar su pasado.
En ese momento, Elíseo gritó.
Día 23 (Eva Palomares)
Y Elíseo se escuchó a sí mismo.
Pero él no había abierto la boca para proferir ningún sonido. Los gritos provenían de todas direcciones. Múltiples gargantas de Elíseos invisibles se colaban en su tímpano a través de los muros que delimitaban aquella habitación.
¿Qué era aquello? ¿Una broma macabra? Rápidamente, los ojos de Elíseo recorrieron la estancia en busca de una salida. No la halló. No existía.
Estaba emparedado en aquella habitación. La única pista que podría sacarle de allí pendía de su mano agarrotada. Y estaba tan exaltado que no se dio cuenta de cómo el sudor le corría por la muñeca, humedeciendo el trazo de bolígrafo que, hasta ese momento y, sin que él lo supiera, era su «as en la manga».
Se apoyó en las paredes y escuchó. Ruidos, alguien caminaba. Oía su propia voz al otro lado.
Elíseo se dio cuenta de que estaba en una ratonera de alguna mente psicótica. Allí había otros Elíseos repartidos en dios sabe cuantas habitaciones iguales a la suya.
Se acercó a una de las paredes y la tocó. La pintura rugosa revelaba algo escrito.
Fijó la vista. Un código igual al que se aferraba su mano. Otro, otro, otro más… Aquellos muros estaban repletos de códigos.
La semana que viene vuelve La Buhardilla de Tierra Trivium y en dos semanas volveremos a tener un nuevo relato de Elíseo.