El Relato Caleidoscópico de Ana Ortega Gil

por | sábado, 7 diciembre, 2019 | El Relato Caleidoscópico, Noticias, OCULTO

Una semana más tenemos aquí nuestro Relato Caleidoscópico esta vez la encargada de guiar a Elíseo es Ana Ortega Gil, y como viene siendo tradición desde el primer día el hashtag de esta entrada será #RCaleidoscópico31 que lo podéis usar tanto en el Facebook como en el twitter del Grupo Tierra Trivium (@TierraTrivium).

Tras los enlaces a las entradas anteriores, como es rigor, os dejo con la propuesta de Ana Ortega Gil.

Primer Intermedio (Ignacio J. Dufour García)

Día 22 (Salvador Ramírez)

Día 23 (Eva Palomares)

Día 24 (Joan Roure)

Día 25 (Haizea M. Zubieta)

Día 26 (Adolfo Pascual Mendoza)

Día 27 (Rosa María Mateos)

Día 28 (Luisa Gil)

?Se oye una Sirena?

?ATENCIÓN FIN DEL SIMULACRO

?REPITO FIN DEL SIMULACRO

?Cesa la Sirena?

?PROCEDAN A DESCONECTARSE DE LA PLATAFORMA

?Soy el supervisor número 223. Sigan las instrucciones.

?Nuevos Humanos con uniforme caqui, retomen sus actividades.

?Aspirantes a Nuevos Humanos, vistan los uniformes amarillos que encontrarán al lado del puesto de conexión y diríjanse a la arteria de movilidad número 4.

?Aspirantes a Nuevos Humanos etiquetados con DOP F/SU NO, vistan los uniformes rojos, aseguren el cable a la barandilla de la cinta transportadora y colóquense en la zona marcada en rojo.

Elíseo abrió los ojos, se sentó en la camilla y siguió las instrucciones de manera mecánica. Una etiqueta roja luminosa se mostraba intermitentemente en su display:

DOP F/SU NO HHHHHHHHHHH DOP F/SU NO HHHHHHHHHHH

Se vistió con el uniforme rojo, aseguró el cable en la barra metálica y, sin tener aún muy claro lo que implicaba, se situó en la zona marcada en rojo. La cinta comenzó a moverse llevando a Elíseo por un pasillo cubierto de plástico hasta situarle ante una puerta sobre la cual había un cartel en el que se podía leer:

PELIGRO

ZONA DE DESINFECCIÓN

BORRADO DE MEMORIA

NO PASAR SIN AUTORIZACIÓN

Día 29 (Josep Salvia Vidal)

Elíseo salió de la cinta transportadora, abrió la puerta y encontró al otro lado una sala con aspecto de fábrica que olía de una forma peculiar. El aire tenía restos de algún tipo de gas. Siguió las instrucciones que había recibido en la entrada y caminó entre cabinas transparentes, donde había congéneres suyos, hasta la que le correspondía a él. Entró y cerró la mampara. Aquello era como una jaula translúcida, un ataúd de cristal. Al instante, empezó a emanar desde el techo un gas que provocó una especie de niebla que le irritó los ojos y la garganta. Era la desinfección anunciada, un paso más, un trámite más en su proceso de transformación. Y por un instante, tuvo la sensación de ser un gusano de seda metamorfoseándose en mariposa. La única diferencia era que a Elíseo jamás le saldrían alas para volar.

La desinfección borró de nuevo su memoria aunque poco había ya por borrar. Era un desierto de recuerdos. El gas dejó de fluir y se encendió en alguna parte una luz verde que le indicó que ya podía abrir la cabina. Se sintió renovado. Ya era un nuevo humano preparado para vestir el uniforme caqui.

Description 	Albatros d'amsterdam
Date 	2005
Source 	Own work
Author 	Vincent Legendre

Día 30 (Ana Ortega Gil)

-¿Has visto eso, Alene? ¡Este sujeto aprende por descubrimiento y no por imitación! ¿Será además capaz de controlar a otras especies?

-Es la primera vez que veo algo así, Mayda. Podríamos provocar distintos encuentros para explorar esta faceta del Nuevo Humano.

Estar en mar abierto podría ser una oportunidad si Elíseo tuviera algún control sobre el rumbo. Una bandada de albatros se acomodó en la goleta entorno a la ventana. 

-¿Te importa llevarnos un rato? Vamos con retraso hacia el sur y así ahorramos energía. 

Elíseo se sorprendió otra vez con lo que desconocía que sabía y comenzó a graznar fluidamente. Recopiló información sobre la dirección que llevaba la bandada y por extensión, el barco. Les pidió que inspeccionaran la cubierta en busca de indicios de la sala de máquinas. Pero no tuvieron éxito y la bandada, sin más que ofrecer, alzó de nuevo el vuelo.

Según se disipaba la emoción del encuentro, Elíseo se deslizaba hasta quedar sentado en el suelo, desorientado. Ruidos. Los mismos pasos que había escuchado en la habitación blanca. Y todo, acompañado de voces, todas suyas. 

-¿Para cuándo insonorizaran las salas? Es algo crítico, Alene. ¡La interferencia con el sujeto podría anular el estudio!

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