Será ligero queridos amigos de Grupo Tierra Trivium. Parece que ciertas cosas son arte de magia. Esa canción que no paramos de escuchar en la radio, la comedia que nos encantó en teatro y no dejamos de recomendar. Nuestra película favorita. Todo parece maldito bajo la soledad de la palabra. Actualmente, no se aprecia la labor del autor detrás de la obra escrita.
Obviando en la literatura, ya que muchas veces un nombre propio es suficiente marca a la hora de adquirir un ejemplar, el escritor debe conformarse con elogios de los trabajos derivados del suyo.
Un ejemplo reciente amigo. No hace mucho, Ocho apellidos vascos rompía taquillas en nuestro país. Premio a Dani Rovira incluido como actor revelación, sus guionistas se quedaron en blanco. Una de las comedias más taquilleras del cine español se escribió sola. Aparte, los guionistas no desfilan por la alfombra roja. Total, solo escriben unas palabritas para rodar. Un guionista nunca subirá a recoger un premio a mejor película.
Damos como un hecho que nuestros cantantes favoritos se escriben sus canciones. Pocas veces oí a agradecer a los letristas el éxito de un disco o un galardón. Demasiado desierto. Ya no se pide que salga el autor en un estreno de éxito en el teatro. Como en todo, hay excepciones. Pero aunque no se llegue a la cima, hay una moneda que parece caduca: el respeto.
Pobre letra escrita. Sobran puristas y mentes cerradas. «La literatura es solo libro» es su eslogan. Dudando del merecido Nobel de un trovador urbano como Dylan o de los premios de poesía de Sabina.
Disfruten, por favor. No den más vueltas. De un buen diálogo, de una hermosa letra. De un bello verso. Todo, tiene una mano detrás. Respétenla.
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