Hoy os traemos un nuevo poema de la mano de Henar Tejero, con el que dejarnos acariciar por el otoño. Disfrutar de este melodioso poema que nos arrulla mientras estamos calentitos al lado de la chimenea.
ME ASOMO A LA VENTANA
Me asomo a la ventana en una tarde de otoño. Las nubes desparraman sus caprichosas formas. Saben que nunca podremos dejar en ellas nuestras huellas, son libres, como el sol cuando se oculta. ¿De qué está hecha una nube? ¿Será su tacto suave como el terciopelo? Abro la ventana y el viento me golpea la cara haciendo bailar las hojas de los árboles, que tiñen de ocre el césped y forman una alfombra mullida, crujiente. Salgo al jardín y me siento en un banco, como quien espera un milagro, rebobinando mil historias en mi cabeza. Las nubes ahora son grises y oscuras. Siento una gota fría en mi mejilla. Ha comenzado a llover. Entonces espero que la nube venga a mí. La lluvia empieza a caer, sigo sentada, observando, mientras nadie me ve. Esa nube a miles de kilómetros va recorriendo mi cuerpo. Ahora respiro, pensando que el milagro llegó, ahora siento la nube en mis entrañas, la que sentía inalcanzable. Así son los sueños. ¿Podemos tocar lo intangible, oler el viento, sentir lo indescriptible, remar a contracorriente, divisar el universo entero? Es como caminar descalzo sobre el césped. Nuestros sentidos se agudizan. Todo está en nuestra mente, esa pequeña cajita que emana magia. Solo tenemos que cerrar los ojos y el mundo irá ordenando los acontecimientos, como gotas de agua cuando caen, como el viento que nos traspasa, como una hoja marchita que cae al suelo en otoño. Solo tenemos que cerrar los ojos. El resto… ya llegará.
Por Henar Tejero