Artículo escrito por Alessandra Roma.
El pasado sábado 16 de diciembre tuvo lugar en la Residencia de Estudiantes de Madrid la presentación de los libros de poemas A puerta cerrada, de Luis García Montero, y Un asombroso invierno/ Un hivern fascinant, de Joan Margarit, ambos publicados por Visor Libros (la edición únicamente en catalán de Un hivern fascinant ha sido publicada por Ediciones Proa ).
Los más de doscientos asistentes al acto, entre los que se encontraban numerosas personalidades del mundo de la cultura y la política, como Víctor Manuel y Ana Belén, Benjamín Prado, Miguel Ríos, Cándido Méndez, Inés Sabanés o Ángel Gabilondo, tuvimos el privilegio de presenciar el emocionante y emocionado encuentro entre los dos poetas, no sólo compañeros de profesión sino también amigos, de la mano del crítico literario Jordi Gracia, que nos transmitió sus impresiones sobre los poemarios antes de invitar a ambos autores a leernos algunos los poemas incluidos en ellos.
Jordi Gracia quiso hacer hincapié en la admiración y el respeto mutuo que siempre ha existido entre los dos poetas, que comparten la extraordinaria cualidad de ser algo más que poetas líricos, de ir siempre más allá, fieles a su compromiso hacia la sociedad con la que conviven. Gracia puso de relieve que este es el rasgo que siempre ha caracterizado a ambos creadores, la solidaridad y el intento de comprender mediante la lírica los cambios sufridos por nuestra sociedad a través de la historia.
No obstante, el crítico ha percibido que se ha establecido una diferencia entre ambos autores en su actitud frente a estos cambios sociales. Aunque ha observado que en ambos prosigue un denodado intento de buscar formas de sentirse seguros a pesar del fundamentalismo y la radicalidad que nos rodean, se ha dado cuenta de que, seguramente debido a la edad y al paso del tiempo, uno de ellos está empezado a mostrar su desaliento.
Mientras que ha vislumbrado que la herida de estar vivo de Joan Margarit sigue abierta, al mismo tiempo se ha percatado de que el desengaño, la melancolía y la decepción comienzan a asomar en los poemas de García Montero. Jordi Gracia piensa que el poeta granadino está iniciando una etapa de descreimiento y reflexión, y que este libro, A puerta cerrada, supone un punto de inflexión en su vida, tanto a nivel literario como personal.
Tras las observaciones y las reflexiones realizadas por Jordi Gracia, ambos poetas nos deleitaron con la lectura de algunos de sus nuevos poemas. Joan Margarit realizó la lectura en castellano, ya que él mismo se ha encargado de traducirlos desde el catalán, comenzando su intervención con un guiño a la ciudad donde se celebraba el acto con un poema dedicado a la Cuesta de Atocha y otro a la Estación de Chamartín.
Las composiciones leídas por García Montero nos confirmaron las impresiones transmitidas por Jordi Gracia de que ha comenzado una etapa de desencanto y reflexión sobre su pasado y su presente. Antes de empezar su lectura, quiso recordar que ese mismo día, 16 de diciembre, de hace 90 años, el grupo de poetas que después fue conocido como la Generación del 27 se reunió por primera vez, en el Ateneo de Sevilla, con ocasión de la conmemoración del tercer centenario de la muerte de Góngora, en lo que significó su acto constitutivo como grupo literario. De esta forma García Montero realizó su humilde pero emocionado homenaje a ese grupo de grandes creadores, muchos de los cuales mantuvieron lazos muy estrechos con la Residencia de Estudiantes e incluso habitaron en ella.
Los dos autores nos regalaron un recital repleto de vitalidad, de fuerza y de esperanza, pero también de recuerdos melancólicos y de frases sentenciosas. García Montero nos recordó aquélla de su añorado mentor Ángel González de que «conviene aprender a perder para no darse nunca por vencido», en tanto Joan Margarit se lamentó de que «ahora han hecho un túnel que atraviesa el pasado».
García Montero destacó especialmente su poema El lobo, que según él mismo supone una metáfora de vigilancia sobre su propia vida, y en el que nos desvela pensamientos tan íntimos como que se siente «tachadura sobre papeles amarillos» o «víctima y responsable de un amargo suspenso general». Mientras tanto, Joan Margarit, al recitar su emocionado poema Coraje, se quejaba de que «la guerra ha terminado pero la paz no llega» y nos transmitía el sabio consejo de su abuela de que «sin coraje no es posible amar».
García Montero también nos recordó que el amor y la poesía son dos estrategias para superar todas las vicisitudes y conflictos que nos rodean y no dejarnos vencer por ellos, y nos regaló varias de sus citas magistrales, que podemos encumbrar a la categoría de aforismos, al proclamar que «hoy es ayer para decir mañana» y rogar que «la poesía nos indulte de la fealdad y el mal que nos rodea».
Su intervención finalizó con la lectura compartida del célebre poema de Margarit La Llibertad/La libertad. Su autor leyó versos en castellano, mientras que García Montero se ofreció generosamente a recitarlos en catalán, y así de esta forma los fueron intercalando hasta alcanzar el conmovedor último verso, «Una forma de amor, la libertad», tras el cual se fundieron en un emotivo abrazo, que los presentes también percibimos como símbolo de aproximación entre las dos lenguas, la castellana y la catalana, y, por extensión, de intento de aproximación entre dos posturas que a día de hoy continúan enfrentadas, y en cuya reconciliación ambos poetas tratan de poner su humilde pero valioso granito de arena.