Crónica negra de ‘El peor de los tiempos’
Por Alessandra Roma.
La confortable librería Burma, ubicada en pleno barrio madrileño de Lavapiés, acogió a un nutrido grupo de lectores de Alexis Ravelo para acompañarlo en la presentación en el foro de su última novela publicada, El Peor de los Tiempos. Tras una cálida introducción a cargo de Chus, que junto a Alfredo dirige la librería, el autor se dirigió a los asistentes con la simpatía y la espontaneidad que lo caracterizan, haciéndonos enseguida sospechar que íbamos a pasar un rato muy agradable, y la expectativa se cumplió con creces.
La intervención del autor canario resultó amena y al mismo tiempo seria, profundizando en los asuntos que siempre le interesan y que no faltan en sus obras, como son las realidades sociales ocultas, que parece que tanto las administraciones públicas como los medios de comunicación se esfuerzan en ignorar, y en segundo lugar la actualidad política, que en el caso de El peor de los tiempos se sitúa a finales de 2016, tras la muerte de Fidel Castro.
Lo primero que Alexis nos quiso advertir, como viene haciendo siempre, es que su novela contiene un gran número de palabras malsonantes, de las cuales se hace responsable de su autoría, y otro buen número de opiniones políticamente incorrectas, de las cuales responsabiliza exclusivamente a los personajes que las formulan.
A través de la entretenida lectura de cinco fragmentos de la novela, Alexis nos introdujo en la historia de Pepiño Frade, antiguo compañero de sus tiempos de marino mercante de nuestro viejo conocido Eladio Monroy, protagonista de cuatro más de sus libros.
Eladio ayudará a Pepiño, que presiente cercana la muerte, a encontrar a su hija Elvira, desaparecida hace años en la búsqueda de un futuro más luminoso que aquél que le estaba destinado, futuro que primero la encandiló y que después, según avance la novela, descubriremos que terminó abrasándola como a una inocente luciérnaga.
Este relato sirve de pretexto para presentar ciertas realidades sociales, la mayoría incómodas y dolorosas de leer, pero que es necesario conocer si queremos contribuir a eliminarlas.
Ravelo nos muestra la vida de las mujeres de los barrios del extrarradio de Las Palmas de Gran Canaria, ciudad con cuya descripción se abre la novela, presentándose desde el principio como una de sus protagonistas; madres jóvenes y con frecuencia solteras, que abandonaron sus estudios al quedar embarazadas, con trabajos poco cualificados, largas y agotadoras jornadas y sueldos que ni siquiera alcanzan para comprar ropa y juguetes nuevos para sus hijos; chicas en la flor de la vida, que abandonaron sus ilusiones en el patio del instituto o en un sórdido rincón del barrio.
Junto a este desolador panorama que desgraciadamente no es ficción sino parte de la sociedad palmense y extrapolable a la mayoría de ciudades peninsulares, encontramos el mundo de la economía sumergida, dentro del cual se mueve Eladio Monroy como pez en el agua, para complementar su pensión de jubilación, y que desgraciadamente también es un signo de identidad de las Palmas.
En cuanto a la realidad política, Eladio se muestra en aquel final del año 2016 desesperanzado; tras cinco años de esforzado activismo y movilización, y de ilusiones y esperanzas puestas en un nuevo movimiento político, cae de nuevo en el escepticismo y el pasotismo , al darse cuenta de que esos cinco años “ fueron los tiempos en que todo pudo haber cambiado , pero fueron también los tiempos en que nada cambió. “, y se lamenta de que “ había pasado los últimos años haciendo el gilipollas “.
Después de la lectura y posterior explicación de los cinco fragmentos de la novela, que nos sirvieron de aperitivo antes de aventurarnos en su lectura completa, los asistentes compartimos unos vinos, unos selfies y unas interesantes conversaciones con Alexis, de entre las cuales extrajimos la frase que puede resumir la filosofía de Eladio Monroy y quizás también la de su propio creador: que la vida es una larga tarde de domingo.
Dicho lo cual, nos despedimos con el firme propósito de aprovecharla, antes de que caiga la noche.