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Este mes adelantamos a nuestro Autor del mes una semana, ya que es nuestra forma de celebrar este segundo Día del Libro en pandemia en el que es mucho más difícil hacer actos presenciales. Y para ello que mejor que contar con uno de nuestros autores más queridos y del que en una semana lanzamos su nuevo poemario Artificialia. Así que, con todos vosotros Pedro de Paz.
Pedro de Paz
En 2003 escribe su primera novela, El hombre que mató a Durruti (Germanía, 2004) que resulta ganadora del I Certamen Internacional de Novela Corta «José Saramago».
En 2005 la editorial Christiebooks publica El hombre que mató a Durruti en el mercado anglosajón.
Desde entonces ha compaginado la participación en diversas antologías colectivas de relatos, con la publicación de las novelas Muñecas tras el cristal (El Tercer Nombre, 2006), El documento Saldaña (Planeta, 2008) —su mayor éxito hasta la fecha— y La senda trazada (Algaida, 2011) —Premio Internacional de Novela «Luis Berenguer»—. Que también han sido traducidas a diversos idiomas.
En 2012 da un giro a su carrera literaria volcándose en la poesía y la prosa poética de la que han surgido los poemarios publicados con Grupo Tierra Trivium: Caricias de fogueo (2019), Ulises amarrado al mástil (2020) y Artificialia (2021) que saldrá a la venta el próximo 1 de mayo.
Y tras conocer un poco más de la extraordinaria carrera literaria de Pedro de Paz, os traemos un poema inédito como regalo por esté Día del Libro. Así que con este breve aperitivo de su obra os dejo, no sin antes recordaros que en la Librería Tierra podéis encontrar sus poemarios.
COMO A UN DIOS
Imposible olvidar aquel tiempo en el que me mirabas como a un dios cuando yo deslizaba las yemas de mis dedos por el lienzo de tu piel. Un dios infalible que, en los momentos de flaqueza, no puede evitar preguntarse si estuvo a la altura. Si no resultó insano domesticar los espejos de casa para que devolviesen una imagen más amable. Si realmente no nos quedó otra opción durante todos esos días que pasamos hablando en un lenguaje que ninguno de los dos entendíamos. Si no fue realmente una torpeza el que cada vez nos importasen menos demasiadas cosas. Si realmente no fueron impostados todos aquellos momentos en los que la urgencia nos robaba el aire. Si quizá… Imposible olvidar que tú me mirabas como a un dios y yo solo podía dolerme de mis pies de barro.
Por Pedro de Paz