Leyendo los relatos de Belén Rojas, que me atraparon del primero al último, comprendo, un poco mejor, por qué el realismo mágico nació en América.
O quizá no nació. Quizá lo «nacimos» lectores enamorados…
Al imaginar la naturaleza americana, vasta y desbordante, difícilmente abarcable por la mente del que no la haya contemplado con su propios ojos.
Tal vez a causa de la música que desprende la prosa acariciante, que suena a oídos del que habla el duro castellano europeo como acorde de violín vibrando en el alma.
O puede que sea la temática, que tan sabiamente mezcla lo onírico y lo real para introducirnos en sueños ajenos.
O, simplemente, sea esa unión mística con la Madre Tierra, esa Pachamama, que algunos americanos parecen llevar en su ADN y que yo tanto envidio.
O ¡quién sabe!, puede que solo sea que Belén Rojas me ha cautivado con su libro y, por eso, me atrevo a recomendaros su lectura.