37º Latitud Norte: Liberación femenina

Tras la cadena de mujeres de ayer rodeando Madrid con la que se dio inicio a los actos por el 8 de marzo, Rosa María Mateos nos trae una historia con unos personajes que son más reales y comunes de lo que nos gustaría. Disfrutar de la liberación de Mari Pili.

Liberación femenina

Mari Pili Mepiro entró en su casa con las llaves en la boca y empujando como pudo la puerta con el culillo. Llevaba las dos manos ocupadas con las bolsas de la compra y los encargos varios de la tintorería. Llegaba tarde a comer, tras una dura jornada bregando con los documentos de su jefe; el hombre tenía la manía de autoescribirse informes para sentirse importante. Lo peor de todo es que luego se contestaba. La jornada laboral de Mari Pili consistía en redactar y archivar esta peculiar y fructífera relación epistolar.

Su marido leía tranquilamente el Marca en el sillón y la saludó con uno de sus tradicionales levantamientos de cabeza. ¿En qué momento a este buen hombre no le diagnosticaron un trastorno del espectro autista? Se preguntó Mari Pili. Los hijos, que entre los tres sumaban ya medio siglo, esperaban a su madre muertos de hambre sentados a la mesa, quemando los móviles con los pulgares.

Ninguno la miró a los ojos.

Nadie había puesto la mesa ni el puchero a calentar.

Ella se cambió de ropa, agarró los ahorros escondidos bajo la baldosa y se piró por la ventana del cuarto de baño sin hacer un solo ruido. Tuvo tiempo de dejar una breve nota manuscrita sobre la olla de albóndigas:

No me busquéis


Por Rosa María Mateos

2 comentarios en «37º Latitud Norte: Liberación femenina»

Victoria

Muy bonito relato, felicidades!!

9 febrero, 2020 a las 9:12 pm

Antonio Parrilla muñoz

“Ella se cambió de ropa, agarró los ahorros escondidos bajo la baldosa y se piró por la ventana del cuarto de baño sin hacer un solo ruido. Tuvo tiempo de dejar una breve nota manuscrita sobre la olla de albóndigas:

No me busquéis”

Rosa:
Sencillamente genial.???

9 febrero, 2020 a las 6:38 pm

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