En este Día de la Madre nuestra querida Rosa María Mateos ha querido acordarse las abuelas, ya que ellas no tienen un día marcado en el calendario, así que en recuerdo de nuestras de abuelas os dejo con este homenaje a Las abuelas por parte de Rosa María Mateos.
Las abuelas
El rifirrafe entre la reina consorte y su suegra despertó una enorme solidaridad hacia doña Sofía. No sabemos los intríngulis de palacio, ni si la emérita es una suegra metomentodo. Lo que sí conocemos es que gracias a las abuelas trotaconventos, la especie humana ha sobrevivido.
En nuestro devenir por este polvo de estrellas, la abuela es un truco evolutivo de alcance inimaginable. En primer lugar, somos la única especie sobre la Tierra que reconoce como algo suyo a las crías de sus crías, lo que no es baladí. En segundo lugar, la menopausia es el gran invento de la evolución humana. Esta esterilidad irreversible, inexistente en otras especies, ofrece al grupo familiar mujeres maduras, ya sin cargas, y con una enorme experiencia en las faenas útiles de la vida.
Imaginen a una joven madre de una tribu primitiva con una prole numerosa, que amamanta a su bebé mientras el padre anda de caza. La joven y sus criaturas son terriblemente vulnerables a los peligros que acechan. Pero ahí está la abuela al quite, con el garrote preparado. En esa cueva no entra ni el aire. Es más, aunque la joven madre muriera, si hay una abuela, la prole tiene asegurada la supervivencia. Esto es así desde que el mundo es mundo.
A las abuelas hay que hacerles una reverencia. Han sido imprescindibles para sobrevivir a las glaciaciones, a las climáticas y a las del alma. Son además maestras en estado puro: transmiten las habilidades, los secretos, las canciones, las fábulas y los sueños. Está más que demostrado que los niños que pasan tiempo con las abuelas son más sabios, más sanos y menos remilgados. Los achuchones y las croquetas caseras han hecho mucho bien a la humanidad.
En Zarzuela no sabemos lo que se cuece, pero ante la tesitura de tomar partido por la reina emérita o por la reina consorte, yo me declaro republicana sofista. Más que nada porque los griegos nos regalaron esa chispa de luz tan necesaria en el pensamiento.
Por Rosa María Mateos