Esta semana Rosa María Mateos nos trae una historia que une dos historias que a la mayor parte de nosotros nos suenan de algo y como un suceso geológico puede influir tanto en las artes dando una excepcional cosecha artística. Y sin desvelar nada más os dejo con este breve epistolario.
Epistolario del Grito de Munch
En Oslo, a 29 de noviembre de 1893
Mi querido Erik,
Nuestro amigo está bien, un poco asustado por el revuelo que ha causado su cuadro, pero con la misma pasión de siempre. Eso sí, continúa envuelto en su manto de melancolía y perseguido por sus angustias y tormentos. Ayer leímos la prensa de la ciudad. Venía un artículo de opinión muy duro sobre la exposición. Su arte fue calificado de perturbador, demente y degenerado. Su venganza es sutil, las líneas se van acentuando cada día más en el lienzo y las formas van paulatinamente quedando reducidas a símbolos. Es su afán de quedarse con la esencia y aislarse de este mundo de detalles que tanto daño le causan.
Convivimos con Edvard cuando se gestó la pintura. Fue un verano inusual. Tuvimos que encender la chimenea muchas tardes y el aire parecía enrarecido. Al anochecer, el ocaso se teñía de rojos intensos, magentas y violetas. Aquella tarde fue diferente, parecía que alguien hubiera encendido el cielo sobre el fiordo. Una antorcha de luz con un remolino de colores. Bajamos corriendo de la colina; Edvard quería encerrarse cuanto antes en el estudio antes de que la imagen se borrara de su memoria. Tiraba feliz de mi mano apurando el tiempo; se moría por pintar. Nos confesó haber escuchado el estremecedor grito de la Naturaleza.
Contamos los días para tu llegada, querido.
Milly
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En Heidelberg, a 29 de noviembre de 1893
Ilustre Profesor Eichmann,
Tengo por fin el gusto de remitirle el informe relativo a los efectos causados por la erupción volcánica del Krakatoa. Mi equipo puede confirmar el alcance global de la erupción, detectando indicios en todos los rincones del planeta. Sin duda alguna, la gigantesca columna de gases y cenizas tras la brutal detonación alcanzó la estratosfera, cubriendo la Tierra como un velo negro.
Hemos podido constatar una bajada global de las temperaturas de 1.5ºC a causa de la erupción. Con el tiempo, las cenizas se han ido concentrando en los polos, en mayor medida en el hemisferio norte. Allí los veranos han sido más fríos de lo habitual y se han recogido numerosos testimonios de bellísimos crepúsculos, halos solares y lunas azules. Hay algunas referencias sobre cielos perturbadores en los países nórdicos.
Encontrará Usted una meticulosa recopilación de los datos en el documento adjunto. Confío sean de gran utilidad para su investigación.
Reciba un cordial y afectuoso saludo,
Dr. Bernhard Kruger
Departamento de Física de la Tierra
Universidad de Heildelberg
Por Rosa María Mateos
Para los que no lo sepan en ese año sin verano, como se le denominó, Mary Shelley escribió Frankenstein y surgió la primera versión del vampiro moderno.