37º Latitud Norte: Cabezones erguidos

por | domingo, 3 mayo, 2020 | 37º Latitud Norte, Noticias, OCULTO

©Fotografía de Kenneth Oakley (1911-1981), antropólogo y geólogo inglés pionero en la datación de fósiles humanos

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En este primer domingo de mayo en el que parece que aun nos queda tiempo para volver a la normalidad, aunque ya podamos salir a pasear, Rosa María Mateos nos trae una historia distinta de las habituales. Esta vez nos habla de un personaje histórico el profesor Kenneth Oakley y de nuestros antepasados más remotos. Así que os dejo con este viaje a los albores de la humanidad de la mano de Rosa María Mateos para olvidarnos un rato de nuestro presente.

Cabezones erguidos

Brevísima historia de la evolución humana

El profesor Kenneth Oakley pasó media vida en su despacho intentando trazar el hilo conductor que explicara la evolución humana, como si nuestra historia fuera una línea recta unida por diferentes puntos. El investigador no sospechaba que el árbol genealógico de nuestra estirpe de simios es más bien un arbusto abigarrado, donde la Naturaleza ha ido probando y descartando al azar, sin un plan definido, trazando un tortuoso camino que comenzó hace 13 millones de años.

Parece confirmado que las tierras bajas de la región de Afar, en las negritudes del África oriental, fueron nuestra cuna. Aún conservamos en el organismo los átomos de azufre de los volcanes del Rift y las gotas de agua del Nilo Azul. Nos pusimos a dos piernas para otear los peligros de la sabana y nuestro cerebro comenzó paulatinamente a aumentar de tamaño. Cabezones erguidos. Unos pocos millones de años más tarde de nuestra bajada del árbol, el Homo erectus tomó la determinación de migrar hacia otros mundos, tanto por necesidad como por curiosidad, adentrándose en los confines de Eurasia. Aquellos pioneros se dispersaron como la lluvia de una tormenta y acabaron (por chiripa) derivando hacia los neandertales. Por el camino quedaron esparcidos los cadáveres de otros hermanos que malograron su pervivencia.

Mientras todo eso ocurría por nuestros lares, la población que permaneció en África oriental incorporó a su genética nuevos adelantos anatómicos, psicomotrices y un cerebro más complejo e inteligente. Este Homo sapiens llevaba consigo un arma de destrucción masiva: una capacidad lingüística digna de un predicador. Y como no, también quiso ver más allá de las praderas africanas para contarlo.

Y aquí viene uno de los momentos más interesantes de la Prehistoria, que ocurrió hace unos 100,000 años. Los dos hijos de la misma madre -neandertales y sapiens- se toparon frente a frente en las frías tierras de Europa. Nos reencontramos, ni más ni menos, con los descendientes de las primeras oleadas de migrantes. ¿Hubo amor? No, ya que en cuanto pusimos los pies en Europa se extinguieron los neandertales. ¿Se mezclaron las dos especies? Parece que sí, ya que el 2% de nuestro genoma es de origen neandertal. Curiosamente, los neandertales nos transmitieron un mejor sistema inmunológico para combatir a los virus.

El profesor Oakley era un cabezota de frente despejada empeñado en organizar la Naturaleza. Le gustaba abrir cajones para poner cada cosa en su lugar, cuando la realidad es un confeti lanzado al aire. Más a menudo deberíamos dejarnos llevar por las térmicas del conocimiento que conducen al fracaso, porque el viaje es lo importante. A fin de cuentas, la experiencia no es más que una acumulación de errores.


Por Rosa María Mateos

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